La península de O Grove está prácticamente rodeada de playas y calas con aguas cristalinas y diferentes tipos de arena. Las hay resguardadas de los vientos, seguras para los niños, apropiadas para los surfistas, aptas para perros, situadas en el interior de la ría de Arousa o bañadas por el océano Atlántico.

Con tan abundante y variada oferta no es de extrañar que la localidad esté a rebosar de bañistas y que decenas de miles de personas acudan a diario a este territorio para zambullirse, tomar el sol, pasear y, si procede, degustar la buena cocina meca, zarpar en sus catamaranes o visitar A Toxa.

Pero siempre se habla de los turistas y poco de los grovenses, y no cabe duda de que ellos, orgullosos de sus playas, no solo presumen de ellas y dan la bienvenida a los visitantes, sino que también les sacan el máximo partido.