El furtivismo afecta de manera preocupante a la pesca y el marisqueo en Galicia durante todo el año. Pero se intensifica en verano, cuando la demanda de ciertos mariscos aumenta -aunque estén en veda- y debido a la existencia de turistas que no dudan en extraer producto de las playas, en el caso de los bivalvos. Pero esta práctica fraudulenta no solo afecta a las almejas y berberechos de las zonas de baño, sino también a especies tan vulnerables y conocidas como el centollo.

El considerado "rey de los mariscos" es uno de los productos más amenazados en temporada estival. Prueba de ello es que, a pesar de la prohibición de extracción, sigue descargándose crustáceo en numerosos puertos. Tanto es así que no resulta excesivamente complicado consumirlo en determinados restaurantes de las Rías Baixas.

La extracción de este tipo de especies es fundamentalmente responsabilidad del que se conoce como "furtivo legal", es decir, aquel que disponiendo de permiso de explotación marisquera o autorización para la pesca profesional se dedica a capturar ejemplares de talla inferior a la permitida o que, como el centollo, están en veda.

En esta categoría se encuadran los profesionales del sector que se saltan a la torera los topes de captura establecidos y que se aprovechan de su condición para colocar en el mercado las capturas.

Es un furtivismo diferente al "vacacional", referido a los bañistas o usuarios de las playas en general que en sus vacaciones, sobre todo en verano, recolectan bivalvos mientras se bañan o pasean, generalmente para consumo propio.

También está el "furtivo profesional", que agrupa a "personas que tienen esta actividad como medio de subsistencia o complemento de sus ingresos" y a quienes alternan el furtivismo con otras acciones ilícitas.