La presión de los hosteleros a quienes no se consultó acerca de la ordenanza sobre contaminación acústica obligó al alcalde de O Grove José Antonio Cacabelos a retirar anoche este polémico punto de la orden del día del Pleno.

Se suspende así la obligación inmediata de instalar sonómetros en los distintos establecimientos comerciales de la ciudad, una medida que supone un gasto en el aparato y una cuota mensual que ronda entre los 30 y 50 euros.

La ordenanza había sido aprobada inicialmente al contar con el apoyo del PP y el Partido Galeguista, pues como explicó el alcalde es una decisión que está avalada por la Federación Galega de Municipios e Provincias (FEGAMP) por lo que "tarde o temprano habrá que adoptar el sistema", indicó el alcalde.

Cacabelos tuvo que reconocer que la propuesta que llevó a pleno no había sido comunicada al sector por lo que en aras del consenso decidió retirar el punto que se volverá a plantear en otra sesión plenaria.

El debate sobre este punto llenó el salón municipal pues los comerciantes se quejan de la presión fiscal a la que se ven sometidos por lo que creen que la nueva obligación es una nueva carga.

Esquerda Unida fue la única formación que presentó una enmienda en contra de la instalación de sonómetros, pero los servicios jurídicos municipales la rechazaron en su día.

Y el alcalde socialista Cacabelos defiende la instalación de estos aparatos de control de ruidos que determinan con exactitud los decibelios que emite un local a lo largo de todo el día o la noche, con lo que un exceso puede acarrear una sanción.

También permitirá controlar a cada momento si se cumple o no con los horarios de apertura establecidos.

Los comerciantes responden que O Grove es una ciudad muy tranquila y que incluso en los meses de verano "duerme" a partir de las dos de la madrugada.