El gas radón procede del subsuelo, y sale a la superficie a través de las grietas del sustrato granítico. Se convierte en tóxico al ser inhalado, pues se descompone en los pulmones en partículas potencialmente cancerígenas. Quienes quieran medir los niveles de radón en sus propiedades pueden acudir a empresas especializadas o al departamento de Análisis de Radiaciones de la Universidade de Santiago. El diagnóstico cuesta entre 160 y 180 euros.