Este pontevedrés imparte clases de baile regional desde hace 30 años, una disciplina a la que llegó de joven casi por casualidad, pero se convirtió para él en toda una pasión. Tanto que desde finales de los 80 vive entregado a una labor de recopilación de canto, baile, vestuario y juegos tradicionales que lo ha llevado por centenares de aldeas de toda Galicia. Desde 2014 dirige y enseña baile regional en el Centro Social de Dena a una treintena de alumnos vinculados a la asociación cultural "Penaguda", la única formación que lleva promoviendo desde hace décadas esta actividad en el municipio meañés.

- ¿Cómo se inicia usted en el mundo del baile regional?

-Fue con 14 o 15 años en que unas amigas del instituto en Pontevedra que bailaban nos animaron a un grupo de chicos a probar. Fuimos, nos gustó y nos integramos. Cierto que luego los otros lo fueron dejando, y yo fui el único chico que siguió.

- ¿Y cuándo le enganchó definitivamente?

-Casi desde el principio. A mí me gustaba el baile, poco a poco me fui metiendo y se convirtió en toda una pasión. Al poco una profesora del instituto me propuso darles clases de baile a los chavales de una aldea de Pontecaldelas llamada Caritel. Pretexté que llevaba poco tiempo en esto, pero ella me animó y fue así que me inicie en la enseñanza con apenas 16 años. Y en Caritel fue donde quedé prendado al ver que las abuelas, que eran las que llevaban a los nietos a baile, al final de las clases se animaban con la pandereta y se ponían a cantar. Entonces empecé a preguntarles y ellas comenzaron a hablarme de los "seráns" de antes.

- ¿Cómo eran los "seráns"?

-Los "seráns", conocidos en otros sitios como "foliadas", "ruadas" o "pola vilas" en la montaña de Lugo, eran encuentros que se celebraban al anochecer en las aldeas, en que la gente se juntaba en un "cortello" que preparaban, llevaban panderetas, alguna de percusión, y allí, muchas veces a la luz de un candil cuyo aceite costeaban entre todos, tocaban y cantaban muiñeiras, jotas, agarrados? Y la gente bailaba, era la fiesta que tenían.

- El baile folclórico es hoy un arte con mayoría de mujeres.

-Es más femenino porque a los niños en edades tempranas les tira más el fútbol, pero no es exclusivo, yo mismo llevo un grupo donde tengo seis u ocho parejas de hombre y mujer.

- ¿Es un arte a la baja en los últimos años?

-Decir a la baja quizás sea un tanto exagerado, porque empiezas a ver por la redonda y aparecen varios grupos. Pero sí que es cierto que esta zona está sufriendo algo más en comparación la zona de A Coruña o la Costa da Morte.

- ¿El franquismo supuso un palo al baile regional?

-Sí, no tanto por el baile en sí, sino porque el franquismo impedía las reuniones, por lo que ese ambiente de "seráns", tan típico de Galicia, fue desapareciendo dado que, al fin y al cabo, no dejaban de ser reuniones de gente, aunque fuera solo para bailar.

- Usted lleva años recorriendo aldeas buscando recuperar cantos y bailes tradicionales. ¿Cuándo empezó con esa labor de recopilación?

-¡Uf! La primera vez fue en 1988 y desde entonces ha sido algo que llevo repitiendo junto con mi mujer y un compañero de A Estrada. En todo este tiempo hemos recorrido centenares de las cuatro provincias gallegas. Es una labor urgente por cuanto quedan pocos testigos de esa tradición oral y, si no la documentas ahora, se perderá para siempre.

- ¿Algún criterio a la hora de elegir los lugares?

-No, simplemente cogíamos un mapa y nos echábamos a la carretera. Cuando llegas a una aldea preguntas por los mayores, te entrevistas con ellos, les preguntas si tocaban, si bailaban? Muchas veces lo que haces primero son contactos, porque a algunos les da reparo, o simplemente recelan. Le cuentas lo que quieres hacer y los emplazas a una segunda cita. Cuando regresas en esa segunda cita, ya todos juntos, se muestran más confiados.