Siempre habían sobrado callos en la feria gastronómica de Meis pero ayer se desbordaron las expectativas y fueron cientos las personas que se han quedado sin comer porque al agotarse las raciones cocinadas.

Se veía venir pues la fresca mañana era inmejorable para degustar este sabroso plato de cuchara que en Meis se cocina de forma espectacular y que se ofrecía a un precio regalado pues por seis euros además de la abundante ración de callos tenían derecho a pan, una botella de medio litro de tinto Barrantes, agua y el plato y la taza de barro como recuerdo.

"Más de mil personas no se han podido ni siquiera sentar", afirman en fuentes próximas al alcalde José Luis Pérez quien ya la víspera intuyó lo que podía ocurrir.

No es de extrañar que en la organización los nervios estuvieran a flor de piel cuando empezaron a llegar autobuses llenos de peñas como la "Peinando canas" o cuando sirvieron el avituallamiento de los 700 asistentes a la BTT y la andaina popular.

A partir de ahí empezó a llegar la multitud que enseguida abarrotó las dos enormes carpas que cubrían toda la superficie del campo da feira porque, simplemente, no estaba día de playa.

Así empezó a formarse una cola que por momentos era gigantesca ante la caseta de los tickets que daban derecho a la ración de callos y que llegaba al otro extremo de la Alameda.

Al principio todo iba bien porque la organización sumó a decenas de voluntarios para servir pero pronto empezó a comentarse que en las ollas y las cubetas ya solo quedaban raspas.

En total se cocieron 650 kilos de garbanzos, 300 de ternera gallega, 250 de cerdo además de chorizo y panceta.

El sabor es exquisito, afirman los ocho integrantes de la familia Costoya que viajó desde Santradán de Cobres (Moaña) "aunque los garbanzos estaban algo duros". Los Diz Costa de Vilagarcía aseguran que en esta ocasión "clavaron el sabor". Fueron unos privilegiados.