Marisa Somoza Quiroga, una enfermera natural de la Ribeira Sacra, pero afincada desde hace cuatro años en Santiago, se subió ayer por primera vez en un tren turístico gallego. Venía en un grupo de nueve personas, que quedan todos los martes y que de vez en cuando organizan salidas juntos.

Realizó la visita a Rubiáns a su aire, sin estar detrás constantemente del guía, y tomándose tiempo para ver y fotografiar lo que le llamaba la atención. "La finca es impresionante, y está muy bien cuidada". Elogia el programa de los trenes turísticos, "porque es una forma muy cómoda de viajar sin estar pendiente del coche". Lo que a ella menos le gustó es que, en su opinión, los anfitriones de las visitas se exceden un poco al promocionar los productos que tienen a la venta.

Montserrat Santiso Pérez, María Ángeles Díaz Murciego y Natalia Criado Alonso viajaban a su vez en un grupo de 14 personas, que se conocen de hacer deporte juntas en un pabellón de A Coruña. También ellas subieron ayer por primera vez a un tren turístico.

Montserrat Santiso asegura que "quiero hacer también la ruta de los faros y la de la Ribeira Sacra". Natalia Criado resalta que "lo bueno de estos trenes es que te despreocupas de todo y sabes que vas a llegar a tiempo a todas partes", al tiempo que ayuda al grupo a no perder el tiempo en debates sobre las siguientes visitas. "Hay un programa y te limitas a él". María Ángeles Díaz declaró a su vez que el modelo es muy interesante "porque el guía te da una explicación que hace más interesante la visita". "En coche no hubiésemos podido venir juntas las 14", apostilló.

Tanto este grupo como el de Marisa Somoza conocieron este año el proyecto de los trenes turísticos. Otras iniciativas similares son el Tren do Peregrino, que sale desde Madrid y que termina su viaje en Santiago tras cinco días y cuatro noches. Asimismo, ya funcionan unos cruceros por las costas gallegas de un día, de dos y de seis días, con pernoctas en hoteles.