El primer fin de semana del mes de julio no deja buenas vibraciones entre las mariscadoras de A Illa, que tuvieron un sinfín de incidencias con bañistas por estar esquilmando sus bancos más productivos. Los denominados como "furtivos de bañador" llegaron a ser sorprendidos por las mariscadoras, que han establecido turnos de vigilancia para controlar las playas, con hasta cinco kilogramos de almeja escondida, una cantidad considerable que amenaza con dejar esquilmados los bancos marisqueros que utilizan para el invierno.

La presidenta de la OPP-20, Maricarmen Dios, teme lo que puede pasar este verano, ya que "todavía nos encontramos al principio de la temporada y el pasado domingo, a las 16.30 horas, ya teníamos diez avisos por la gente que estaba mariscando de forma ilegal, así que tenemos miedo de cómo va a quedar la producción". Pero la cifra no se quedó ahí, ya que fue en aumento durante toda la jornada, obligando a los vigilantes y a las mariscadoras de apoyo a recorrer los puntos más conflictivos durante toda la jornada. Este problema se viene arrastrando desde el mes de junio, pero "lo del pasado fin de semana fue una exageración".

Bolsas de plástico, toallas, e incluso, los propios bañadores, son los lugares elegidos para ocultar el marisco, y la mayor parte de ellos, optan por enfrentarse a las mariscadoras cuando estas se acercan para indicarles que no pueden retirar el marisco de las playas. Es más, en alguno de los casos, se han encontrado con la excusa de que la elaboración de castillos de arena "por parte de los niños, les ha llevado a encontrar las almejas, algo inaudito, porque en una zona de cultivo no deberían escarbar, porque no creo que lo hagan en una plantación de patatas".

Desde la OPP-20 se considera que la campaña lanzada el pasado año por la Consellería do Mar "no ha funcionado, porque la mayoría de los que sorprendemos son perfectamente conscientes de lo que están haciendo; no es por falta de información, porque casi todos conocen perfectamente lo que es el marisqueo y son de zonas muy próximas".

Otro problema es la masiva afluencia de personas a las playas. En el mes de julio es el momento en que se registra el desove de la almeja, el cual se fija a la arena, pero "con las playas masificadas y pisando, la mayor parte de esa producción se va a perder". Las mariscadoras se preparan para un invierno muy complicado de seguir así.