Las llamas volvieron a devorar ayer montes de la comarca de O Salnés y Ullán. Más concretamente en Bamio (Vilagarcía) y las parroquias de Abalo, Dimo y Catoira, las tres en el municipio catoirense.

Se da la circunstancia de que los tres primeros incendios, originados al filo de las cinco de la tarde en Abalo, Catoira y Bamio, comenzaron y se desarrollaron casi simultáneamente.

"Fueron tres focos diferentes provocados en cuestión de minutos, casi al mismo tiempo, por lo que parece que son intencionados y que una misma persona pudo haber provocado todos ellos", explicaba el presidente de los comuneros del municipio vikingo, Luis Rey.

Lo cierto es que se mostraba consternado, ya que las llamas afectaron a superficies forestales muy importantes, tanto de pinos como de castaños que los propios comuneros habían utilizado para repoblar sus propiedades.

El fuego también causó un daño patrimonial significativo, puesto que atacó la zona en la que se encuentran los exclusivos molinos de viento de Abalo.

Además se da la circunstancia de que "esta es la quinta vez que prenden fuego en el entorno de los molinos de Catoira en los últimos tres años", declaraba Luis Rey mientras presenciaba impotente el avance de las llamas.

Ni que decir tiene que estos episodios tuvieron en vilo a la población, ya que había viviendas a escasos doscientos metros del fuego, y castigaron con dureza zonas de indudable valor paisajístico, como sucede con el entorno de los molinos y de la laguna de Pedras Miúdas.

La situación se complicó al filo de las siete de la tarde, ya que mientras el fuego de Bamio parecía controlado, el de Abalo se dividió en tres focos diferentes, y fue entonces cuando se detectaron las llamas también en Gondar (Dimo).

Evidentemente con tantos frentes abiertos las dificultades para los equipos de extinción eran enormes, pero se complicaban todavía más por el viento reinante.

La Xunta de Galicia movilizó medios aéreos y cuadrillas forestales, al tiempo que se desplazaron efectivos de Bomberos y Protección Civil de Vilagarcía y Catoira, junto con el Grupo de Emergencias Supramunicipal (GES) de Valga.

A eso de las ocho de la tarde el presidente de los comuneros hacía una estimación de la superficie quemada y hablaba de alrededor de cinco hectáreas.

A esa misma hora empezaba a verse humo también en la cima de Monte Xiabre, y a la altura de los aerogeneradores.

Esto hacía que también los vecinos, expectantes ante la evolución de los acontecimientos, incidieran en que "este tipo de fuegos son claramente provocados por algún desalmado".

Era inevitable que muchos recordaran la tragedia ocurrida en Portugal, con más de sesenta muertos y un hidroavión estrellado, por lo que declaraban que "los que prenden fuego al monte tienen que pensar que además de ser pirómanos y destruir el medio ambiente también pueden matar a gente, y por tanto convertirse en asesinos".