El director del BDRI, que apela a la serenidad y explica que la ría es la casa de los delfines, por lo que insiste en defender la convivencia del ser humano con ellos, destaca de modo muy concluyente que "hace cuarenta años nadie se quejaba por los delfines porque había pescado en abundancia y todos vivían y comían, tanto pescadores como los propios animales". Lo que ocurre es que "ahora que hay menos producto en el mar, debido a la sobrepesca y otros factores, hay menos alimento para todos", y por tanto la competencia entre animales y humanos aumenta.

De este modo, "mientras otras especies que dependen de la mayor o menor cantidad de alimento en las rías se van o mueren, los delfines lo que hacen es adaptarse a los cambios, aprenden e intentan sacar ventaja de ello, por ejemplo cazando el pescado atrapado en las redes de pesca".