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Rocío Acha: "El Museo do Viño es único porque consolidó el patrimonio vinculado al albariño"

"Las audioguías están desapareciendo porque el visitante ya se puede descargar toda la información en su teléfono móvil"

Rocío Acha, junto al "Baco" de Francisco Leiro, ayer. // Iñaki Abella

Rocío Acha investiga desde hace años las huellas que la cultura del vino ha dejado en las artes plásticas, el cine, la música y hasta la publicidad. Fruto de ese trabajo es "Los museos y la cultura del ocio: los museos del vino en España", una tesis doctoral que le acaba de valer el Premio Extraordinario de Doctorado de la UNED que recibirá en otoño próximo en Madrid. Se trata de la mayor distinción académica a la que puede aspirar un investigador, y su ensayo es un recorrido desde las primeras manifestaciones artísticas vinculadas al vino, durante la Prehistoria, hasta el actual concepto de museo.

-¿Cuándo surgen las primeras manifestaciones artísticas vinculadas al mundo del vino?

-Ya las tenemos en los primeros pueblos armenios o persas. En esos primeros siglos encontramos desde representaciones en cuencos para beber hasta relieves, como el de Asurbanipal, en el que se aprecia a unos reyes bebiendo vino bajo una parra, y que es del siglo VII antes de Cristo.

-Su trabajo se titula "Los museos y la cultura del ocio". ¿Los museos son ya más un centro de ocio que de transmisión del conocimiento?

-Tienen que ser las dos cosas, siempre. El museo es una institución pensada para recuperar, conservar y estudiar la memoria artística e histórica, y para exponerla y devolvérsela a una sociedad que, ahora, vive inmersa en una cultura del ocio.

-¿Hay que cambiar por lo tanto el formato de los museos, apostar más por los contenidos interactivos y por los audiovisuales?

-No es solo eso. Eso ayuda, porque tienen que estar integrados en los tiempos que vivimos y, por lo tanto, incorporar las nuevas tecnologías. Hoy ya están desapareciendo las audioguías, puesto que el visitante ya puede descargar en su teléfono móvil toda la información de ese museo. La idea es que el museo ha de ser como un ser vivo, estar siempre en funcionamiento, y organizar actividades paralelas sobre su materia que lo enriquezcan.

-¿Cuáles son los centros del vino que más le gustan de España?

-Para mí hay dos referentes. Uno es Vilafranca del Penedés, en Cataluña, que comenzó en la Guerra Civil a hacer museología sobre el vino y que fue poco a poco evolucionando hasta convertirse en un museo del vino como tal. Y el otro es la Dinastía Vivanco, en La Rioja, que pese a su juventud (se creó en 2004) ya se ha convertido en una referencia internacional. La Dinastía Vivanco marca un antes y un después en la museología del vino de España porque es un complejo que cuenta con un yacimiento arqueológico, una bodega y hasta un viñedo, entre otros recursos.

-¿Cuál es la principal importancia del Museo Etnográfico e do Viño de Cambados?

-No es de los más grandes, ni abarca un área geográfica nacional, como puede ocurrir en otros casos. Pero tiene la importancia de que fue el primero de Galicia de sus características (abrió en 2001), y de que recoge el mundo de la cultura del vino albariño. Ha consolidado el patrimonio cultural vinculado al mundo del albariño, y eso lo convierte en único en España.

-¿Tocó techo el Museo do Viño en cuanto a fondos?

-Nunca tocas techo porque no es necesario exponer todas las colecciones y fondos que entran. Lo que sí es importante es que las nuevas adquisiciones se estudien y se cataloguen.

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