Los defensores de la continuidad del tren de cercanías deben sentirse satisfechos, ya que ayer se desarrolló una de esas actividades que pueden contribuir a que este servicio siga siendo necesario a medio y largo plazo. Y es que sesenta niños -de once y doce años- que cursan sexto en el colegio Arealonga tomaron la estación de Vilagarcía para dirigirse a la capital de Galicia.

Fue una actividad lúdica y formativa, pero también una experiencia que en cierto modo ayuda a reivindicar el mantenimiento del servicio ferroviario de proximidad.

Muchos de esos escolares, que el curso que viene estarán en el instituto, tendrán dentro de unos años que desplazarse a las universidades de Santiago o Vigo, y como sucede en la actualidad, buena parte de ellos viajarán en tren.

Así pues, lo que vivieron ayer no fue una más de las múltiples propuestas que se llevan a cabo cuando se acerca el fin de curso. Ni siquiera fue exclusivamente una clase práctica de la que pudieran sacar conclusiones. Lo que vivieron fue también, no cabe duda, una lección que no olvidarán fácilmente y que deja patente que el tren de cercanías tiene enormes posibilidades.

Respecto a lo que dio de sí la excursión propiamente dicha, hay que destacar que los cuatro profesores encargados de coordinar el viaje se ocuparon de explicar a los jóvenes vilagarcianos cómo es la estación por dentro, cómo moverse en ella y cómo desplazarse de un andén a otro por los pasos inferiores.

La clase práctica fue seguida muy de cerca por numerosos padres y abuelos que acudieron a la estación vilagarciana para despedir a los ilusionados estudiantes, quienes partieron pasadas las nueve de la mañana y regresaron a casa al filo de las seis de la tarde.