La experiencia forma parte del proyecto "Depoemprende", de la Diputación, y su objetivo es fomentar el espíritu emprendedor entre los niños y los adolescentes. El Magariños cambadés fue uno de los centros seleccionados para participar en la experiencia, y desde hace meses, sus dos clases de sexto de Primaria trabajan en la puesta a punto de la cooperativa.

El concejal de Promoción Económica, Xurxo Charlín, explica que tuvieron que dar todos los pasos a los que estaría obligada cualquier otra entidad similar, como crear y aprobar unos estatutos, pedir un CIF en Hacienda, solicitar la licencia municipal para ejercer la venta y pagar las tasas por ocupación de espacio en el mercado.

En este sentido, el Concello les concedió una licencia extraordinaria valedera únicamente para la jornada de ayer, y les cobró los aproximadamente 10 euros que les correspondía abonar por montar sus dos puestos. También les entregaron las bolsas de basura en las que tenían que recoger al final de la mañana los desperdicios generados en su actividad, como cualquier otro vendedor.

Trabajo en grupos

Participan en el proyecto cerca de 40 alumnos, que se distribuyeron en grupos para repartir las tareas. Así, mientras unos se ocupaban de lo relativo a la administración de la nueva sociedad o realizaban un estudio de mercado y de negocio, otros se encargaron de la promoción (entre sus cometidos estuvo el de colgar carteles por Cambados anunciando su presencia ayer en el mercadillo), y otros se ocuparon de atender el puesto de venta.

No todos los alumnos estuvieron a lo largo de toda la mañana en el mercado. El fortísimo calor obligó a realizar turnos entre los ocho alumnos a los que les correspondió la tarea de vender los artículos comprados anteriormente por la cooperativa.

Sobre la mesa tenían desde juegos de parchís que vendían a 15 euros (con tres de ganancia), hasta bolitas antiestrés, que costaban 12 euros, lo que les reportaba 11 de ganancia. También había brujitas a 12 euros, que eran todo beneficio, pues las fabricaron ellos, monederos (que les dejaban un euro de beneficio, pues los vendían a 11) o cajas de regalo por 11 euros, de los cuales la mitad eran ganancia.

A lo largo de la mañana los estudiantes recibieron un goteo constante de visitas y de clientes. Fueron muchos los padres que se acercaron para curiosear y comprar algo, al igual que lo hicieron en representación del Ayuntamiento el propio Charlín y la alcaldesa, Fátima Abal. La regidora les compró unas bolas antiestrés y un objeto de decoración, mientras que Charlín optó por una bruja de madera semejante a un pisapapeles y por un colgante para la ropa en forma de caracol. Una experiencia en la que los niños exploraron todas las facetas de una empresa.