El episodio tóxico que en la actualidad afecta a Galicia, especialmente a las bateas de cultivo de mejillón, se extiende por todas las rías.

La peor parada vuelve a ser la de Pontevedra, donde a media tarde de ayer no había ni una sola batea disponible, ya que siguen cerrados sus ocho polígonos. Aunque lo mismo puede decirse de la de Muros-Noia, que tiene cuatro y los cuatro estaban inoperativos a causa de las toxinas lipofílicas.

En Ares-Betanzos ocurre otro tanto, ya que tiene un centenar de bateas repartidas en sus dos polígonos -los de Sada-, y ambos están temporalmente clausurados, como sucede con el de Corme y el de Baiona.

Tienen más donde escoger a la hora de seguir trabajando y pensar en los clientes en las rías de Vigo y Arousa. En la primera de ellas hay media docena de polígonos cerrados -los de Cangas y el Vigo A- y otros tantos abiertos, los de Redondela.

En aguas arousanas el margen de maniobra es todavía mayor, porque ayer por la tarde aún quedaban diecisiete polígonos bateeiros disponibles, frente a los siete de extracción prohibida debido a los niveles de células tóxicas detectados por el Intecmar.