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Dos siglos de San Fidel en tierras carrilexas

La localidad revive el 30 y 31 de julio la llegada del santo en 1817 desde Cortegada

Restauración del cuerpo embalsamado como reliquia de San Fidel. // Iñaki Abella

Antes de ser trasladado a la iglesia parroquial de Carril, San Fidel estuvo en la capilla de Cortegada. Según relatan los vecinos, en 1817 el Apóstol, desde el muelle, recibió al santo y a la Virgen de Cortegada, procedentes de la isla. Precisamente con motivo del 200 aniversario de la llegada de San Fidel a tierras carrilexas, las fiestas que se celebran los próximos días 30 y 31 de julio incorporarán varias novedades, entre ellas la recreación del traslado del santo desde Cortegada hasta la iglesia de Carril. Pero como San Fidel "no puede salir" del templo, donde permanece embalsamado en una urna, recalcan desde la comisión de fiestas, únicamente se movilizará la Virgen de Cortegada, que se está restaurando para la ocasión. La asociación Rompetimóns se encargará de realizar el traslado en barco.

Fue en 1816 cuando el cuerpo de San Fidel fue entregado a Felipe González Abarca, obispo de Ibiza, "quien lo remitió, perfectamente custodiado y acompañado de su auténtica", a Simón Álvarez Robés, vecino de la villa y puerto de Carril. Así lo recoge el canónigo magistral de la Iglesia Compostelana, Gaspar Fernández Zunzunegui, en "Vida del glorioso mártir San Fidel". Este libro relata que al llegar a Carril el cuerpo fue depositado en la capilla de la isla de Cortegada para su reconocimiento y traslado solemne (en marzo de 1817) a la iglesia parroquial donde actualmente se venera. Dicho reconocimiento fue ordenado por el arzobispo de la Diócesis, Rafael de Muzquiz, comisionando al efecto a Ramón Flórez Villamil. El acta levantada aquel día todavía se conserva junto a la reliquia de San Fidel.

San Fidel nació en el siglo IV "de la Iglesia" en Milán (Italia), en el seno de una familia de educación religiosa. "A edad en que los demás jóvenes suelen comenzar a pervertirse, y apenas piensan en otra cosa que en diversiones y placeres, es ya San Fidel modelo de todas virtudes", resalta Zunzunegui en su publicación, donde define al santo como "el alma de los cristianos" o "el infatigable apóstol de los confesores y los mártires", que luchó contra la persecución de la época a la religión católica hasta el propio día de su muerte.

De Milán, San Fidel se trasladó a Como, ciudad ubicada a pocas millas de distancia. Al poco tiempo de llegar, fue denunciado y encarcelado. Tras una conversación con el Prefecto delegado de los Emperadores de Roma en la que defendió a ultranza su condición de cristiano y repitió una y otra vez no tener miedo a la muerte, San Fidel fue azotado, ensangrentado, "descoyuntados sus huesos" y "abrasados sus costados con hachas encendidas" sin despedir un lamento ni dejar caer una sola lágrima. Semejante tortura le provocó la muerte el 28 de octubre "a principios del siglo cuarto de la Iglesia", o al menos, ese día se celebró su memoria, según recoge el libro "Vida del glorioso mártir San Fidel".

El cuerpo fue llevado a Roma por los cristianos de su tiempo para "sustraerle la profanación de los paganos y allí fue sepultado con honor en las catacumbas con otros muchos mártires del cristianismo". Posteriormente fue trasladado a Carril, de cuyo acontecimiento se cumplen este año dos siglos.

Toda aquella persona que venere al santo tendrá su recompensa, pues el Papa Pío Séptimo "se dignó conceder indulgencia plenaria y remisión de todos sus pecados a todos y cada uno de los fieles de ambos sexos que verdaderamente arrepentidos, confesados y comulgados, visitaren devotamente la iglesia parroquial de la villa de Carril el domingo después de la Pascua de Resurrección, el domingo inmediato siguiente a la festividad de Santiago Apóstol y el día séptimo igualmente inmediato después de dicha dominica, desde las primeras vísperas hasta ponerse el sol".

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