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"Se echa de menos Cambados, pero estoy a gusto y bien acompañado y eso hace que todo sea más llevadero"

-¿Cómo es la rutina del día a día de un entrenador en Angola?

-Nos levantamos muy temprano, sobre las seis de la mañana. Por el calor buscamos entrenar sobre las 8 de la mañana porque después es casi imposible por las temperaturas. Luego pasamos la mañana en la Academia, colaborando en todo lo que sea posible y planificando el trabajo y siguiendo la evolución individual y colectiva entre todos los técnicos. También se le da apoyo a otros equipos. Yo me encargo de la parte de observación y scouting de incorporaciones y además soy adjunto a la dirección técnica. Un hombre de club se podría decir. Hay que ayudar en todo. Es algo muy asumido por todos los que allí estamos tratando de que el fútbol angoleño evolucione, pese a todas las dificultades que te encuentras.

-¿Hasta qué punto la Academia se preocupa también de las condiciones de vida de los niños?

-Tenemos un área social que se preocupa por el estado de las familias y la educación de los chicos. Le facilitamos la asistencia a colegios, becas e incluso ayudas a la familia. Todo ello para que los deportistas de futuro tengan mejores condiciones de vida. Dándole un mínimo de pautas sobre entrenamiento, educación y alimentación el talento se ve beneficiado.

-¿Los hay que también residen en la Academia?

-Sí, pero solo disponemos de 15 camas y contamos con 170 niños becados de entre 9 y 18 años. Tenemos un proyecto de residencia para poder dar la máxima atención posible a los niños que tienen más dificultades. Nuestras instalaciones están en el centro de Luanda y tenemos una red de autobuses que desde muy temprano van recogiendo a los niños por diferentes barrios. Tenemos hasta cinco rutas distintas de recogidas de niños. Lo cierto es que África necesitaría muchas academias como la nuestra.

-¿Se echa mucho de menos Cambados desde Angola?

-La verdad es que sí. Nunca llegas a saber lo que es Cambados hasta que vives en él. También es verdad que estoy bien acompañado y eso hace que todo sea más llevadero, pero se echa de menos.

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