Una de las imágenes que impresionan en una de las que fueran casas de Guillermo Abalo y familia es la presencia de animales disecados. En el suelo de la cocina se encuentra un felino disecado de dudoso gusto, pero no es el único animal que se conserva en tal estado puesto que un cormorán también se pudo reconocer entre los escombros de las propiedades. Una lareira con un asador de considerables dimensiones también en un delicado estado es otra de las pruebas del excelente nivel de vida que se llegó a disfrutar en esas dependencias. Estos chalés ya se intentaron vender en 2015, pero sin éxito. Su precio se ha visto rebajado desde entonces en uno de los casos en cerca de 30.000 euros.