Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La decadencia de los tráficos de cruceros en Vilagarcía

Las expectativas han quedado muy por debajo de lo esperado; se calculó un mínimo de una docena de buques al año

La potenciación del tráfico de cruceros era uno de los compromisos fundamentales de los últimos presidentes del puerto vilagarciano que contó con el respaldo de algunas consignatarias que se habían ilusionado con la llegada de estas grandes embarcaciones vacacionales a la ciudad.

El propósito buscado era satisfacer en parte las demandas de las empresas de cruceros que cubrían con regularidad el litoral de Galicia y que, sobre todo, atracaban en los puertos de Vigo o el de A Coruña, desde donde continuaban su singladura de placer hasta la ciudad de Leixoes (sur de Portugal) en vez de parar en otros puertos de interés general como el de Vilagarcía.

Las compañías tenían entonces los mismos intereses que en la actualidad y ya procuraban ciudades limpias, "con atractivos turísticos", cosa que ofrece Vilagarcía por su ubicación en el corazón de las Rías Baixas en especial por su proximidad con Santiago de Compostela, uno de los destinos elegidos por los pasajeros, pero también por la riqueza de los paisajes, gastronomía y cultura que ofrece todo el noroeste peninsular.

Tamaño medio

Pero ya en aquellas fechas se subrayaba que Vilagarcía solo podría atraer cruceros de un tamaño medio: "Vilagarcía está limitada pero no por la capacidad del Puerto sino por la propia ciudad en sí. No se puede contratar la llegada de un crucero con 2.000 pasajeros coincidiendo con un día de mercado porque se puede crear un caos de tráfico monumental: son cientos de personas más, que la calle recibe de golpe y que ni siquiera de manera desperdigada es capaz de absorber. Es inasumible para una ciudad como ésta", explicaban entonces los consignatarios.

Aquel año el primer buque que llegó a la rada vilagarciana traía a bordo a 708 pasajeros (630 de origen alemán) del crucero "Albatros", procedente de Lisboa y que viajaba con destino a Southampthon, gracias a la intervención de la empresa Rubine e Hijos.

Desde aquel momento llovió mucho y hubo altibajos, aunque la capital arousana apenas logró una docena de cruceros al año.

Pero esa cifra cayó en los últimos años a cifras casi irrisorias. El Puerto de Vilagarcía solo es elegido por dos o tres compañías que dirigen a estas aguas cuatro o cinco buques hotel al año.

El último fue el "Sereníssima" que atracó en la rada de O Cavadelo a mitad de la pasada semana y con solo 110 pasajeros.

En el Puerto celebraron por todo lo alto la llegada del minicrucero a los que incluso se despidió con una actuación folclórica, no en vano también es un sector a tocar.

Los pasajeros de estos minibuques suelen ser de un alto nivel adquisitivo y por eso conviene cuidarlos al máximo.

Pero la política portuaria ha cambiado bastante en los últimos años. La llegada de este tipo de barcos a la ciudad se anuncia sin ningún tipo de antelación, a veces cuando solo quedan unas horas para que se marche.

La imagen de la ciudad no puede quedar en buen lugar, pues el turista se encuentra con todo cerrado. Ni siquiera tiene donde tomarse un café. Algo debe cambiar.

Compartir el artículo

stats