La firma hostelera Pararodi no ha podido presentar en plazo la documentación requerida para hacer efectiva la explotación de la tasca típica "O Muiño de Ferreiro" en Lores, propiedad del Concello de Meaño, por lo que queda en suspenso la adjudicación a esta sociedad.

Pararodi S.L. había ganado el concurso público convocado al efecto al ofertar un importe 4.500 euros año por explotar la citada tasca de río, así como las dos mejoras que exigía el Ayuntamiento para el establecimiento, que eran la dotación de una campana extractora con chimenea en la cocina, el acondicionamiento de los aseos.

El Concello instaba a la firma concesionaria a presentar documentación que acreditase, entre otros aspectos, el personal que iba a estar al frente de la explotación, cuyo plazo expiraba el pasado 17 de abril.

Al no haberlo hecho se entiende que la firma hostelera no está en condiciones de asumir la explotación de esta tasca, por lo que, en base al concurso, la adjudicación pasaría a la segunda mejor oferta, que es la de la joven hostelera de Lores, Patricia Méndez Bugallo, quien, junto con su familia, explotó este negocio familiar durante los últimos doce años, convirtiéndolo en referencia gastronómica tanto dentro como fuera de la comarca, y con gran tirón del sector turístico en época estival.

Oferta de la meañesa

La oferta pública que la joven hostelera presentó a concurso ascendía a 4.013 euros. La tercera firma que pugnaba por el negocio era Casa Rodiño que, con 5.000 euros, ofertaba más dinero que ninguna de las otras candidatas, pero que incorporaba tan sólo una de las dos mejoras que exigía el Concello, lo cual penalizó su puntuación hasta el punto de clasificarse tercera.

Según el pliego de condiciones el adjudicatario se compromete, entre otros aspectos, a mantener el establecimiento abierto, como mínimo, a diario entre los meses de junio y septiembre. En los tramos de marzo a mayo, y de octubre a noviembre, deberá abrir como mínimo de viernes a domingo, más los días festivos.

En esta ocasión el concurso público se dilató en el tiempo hasta el punto de que, sobrepasada ya la Semana Santa, el establecimiento no ha podido abrir aún sus puertas al no cristalizar el proceso. El adjudicatario está obligado además al buen mantenimiento de las instalaciones y a subsanar todo desperfecto que se produzca por uso hasta 2021.