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Aserraderos, molinos y fuentes a conservar

La Ruta da Pedra e da Auga ofrece una gran riqueza etnográfica

El muíño de Couso es singular por estar sobre un viejo aserradero hidráulico y luego de gasóleo. // Iñaki Abella

En medio de la Ruta da Pedra e da Auga, que discurre entre los términos municipales de Meis y Ribadumia, no pasa desapercibido el llamado Muiño de Couso, una instalación que en su última fase se empleó para la molienda propiamente dicha pero que antaño fue uno de los principales aserraderos de la comarca de O Salnés.

El caminante descubre esta primitiva función cuando llega junto a la construcción que durante muchos años empleó la fuerza del agua para el movimiento de una sierra hidráulica, de las que se tiene conocimiento a partir de la última fase de la Edad Media.

Así lo explican los restauradores de esta instalación que subrayan que "aunque otros ingenios hidráulicos como los molinos o batanes son conocidos desde mucho antes, el empleo de la energía hidráulica en serrerías no se produjo hasta bien entrada la Edad Media".

Y añaden que esta primera sierra, la más antigua "estaría compuesta por una rueda o noria encajada directamente en el rebaje de la roca localizada en el propio curso fluvial, que a través de un sistema de biela-manivela emplazado en uno de los extremos del eje -también llamado árbol- convertiría el giro de la rueda en un movimiento rectilíneo alternativo que posibilitaba el desarrollo de la función de la sierra a través de un sistema sencillo de poleas o pequeñas ruedas".

Añaden los expertos que todos estos elementos que componían la sierra estarían albergados en una estructura similar a la de otros molinos que se encuentran dispersos por todo el curso del río Armenteira.

Explican que tras este primer equipo hidráulico, posiblemente debido a su bajo rendimiento, en el Muiño de Couso, se instaló posteriormente otro de uso a gasoleo.

Sin duda este sitema se implantó ya en plena Revolución Industrial aunque el mecanismo empleado era de similar funcionamiento.

Así se subraya que "con la evolución tecnológica y debido a un bajo rendimiento de la sierra antigua, sobre los vestigios de ésta se levantó un aserradero más moderno que por lo que se sabe funcionaría con motor de gasóleo".

Agregan que su estructura es la mejor conservada ya que en parte "estaba construída en hormigón y además ocupaba el espacio de la antigua sierra, ampliando su superficie útil".

Una vez que se puso fin a esta actividad, las instalaciones del aserradero cerraron y se arruinaron por lo que se aprovechó parte de su estructura para edificar un moderno molino hidráulico de estilo tradicional" , que en definitiva son las instalaciones que se conservan.

Pero a lo largo del Armenteira se pueden contemplar otros cinco molinos de interés, conocidos por el de Chantada que se emplea como centro de interpretación, del de Con, el de Rivas, de Ponte dos Carros, el de Leiro y el de Quintáns, que forman parte de la red cultural galaico-portuguesa.

Se trata de construcciones típicas pero a la vez singulares pues disponen de elementos complementarios de la instalación que antaño se usaba para la molienda del trigo y otros cereales.

De hecho todavía hoy se puede observar una importante red de canalizaciones del agua del Armenteira con las que se aprovechaba, si cabe aún más, la fuerza del agua que cae en cascada desde el monte Castrove hasta el valle de O Salnés.

La recuperación de estas edificaciones hace más de una década gracias a dos obradoiros, conocidos como Segorella, y dirigidos por Lucas Míguez, han permitido rescatar una riqueza etnográfica que se encontraba en la más absoluta ruína por su abandono.

El taller permitió no solo reconstruir las edificaciones existentes sino que también se han restaurado los elementos que habitualmente se empleaban para la molienda, una actividad que se puede volver a contemplar gracias a la involucración de diversos colectivos y también del propio Ayuntamiento de Ribadumia con exhibiciones sobre la actividad realizada en los mismos. Cabe señalar asimismo que este tipo de construcciones también existen en entornos próximos, como los que rodean el río Chanca, en el municipio limítrofe de Meaño, que también han sido restaurados en los últimos años.

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