Cáritas Parroquial de Arousa también ha visto reconocida su extraordinaria labor por parte de la Fundación Galega Contra o Narcotráfico. Este colectivo presidido por Francisco Fernández Rodríguez será el primero en recibir el galardón que llevará por nombre "Siso Bartomé" por sus labores de ayuda a las personas con problemas de drgodependencias y a sus familias.

-Un premio que se presume como estímulo positivo para seguir en tan dura pelea. ¿Cómo valora este reconocimiento?

-Estamos muy agradecidos. Nos anima a seguir trabajando y nos da un impulso muy importante. Como no podía ser menos este premio es de todas las personas que ayudan cada día a que Cáritas pueda seguir haciendo esta labor. Además estrenamos categoría con un premio que lleva el nombre de una persona, Siso Bartomé, que siempre demostró en vida unos valores humanos muy grandes y además fue uno de los voluntarios de Cáritas más antiguos.

-La droga y exclusión social son conceptos que van estrechamente ligados.

-La verdad es que sí. Cáritas se creó hace 38 años. Cuando se creó fue detectando el gran problema que había ya en la sociedad con la droga. Había gente deambulando, desorientada, pero la sociedad no tenía conciencia de la enfermedad que ello suponía. Se atribuía que estaban así porque ellos lo querían. Cáritas luchó y diez años después monta el comedor que tiene 28 años y eso fue una cosa bárbara porque ya tenían un sitio donde comer. La droga rompía y rompe la unidad familiar y no tenían donde comer. Luego vino la gran enfermedad del SIDA y decían que duraban diez años más gracias a que les dábamos de comer caliente dos platos y postre cuando lo primero que perdían eran los dientes. Nuestros voluntarios fueron muy valientes en aquel entonces ayudando a gente muy marginada e incluso recibieron presiones sociales por hacerlo.

-Parece increíble que lo que suele empezar como consumo social acabe convirtiéndose en un motivo de aislamiento tremendo.

-Ese es y fue el tema cuando arrancamos. También tiene mucho mérito la FGCN porque siguió reivindicando esta batalla y también muchas asociaciones que están realizando una gran labor de concienciación de las personas y de recepción de los necesitados. Tal es el aislamiento y la marginalidad social que genera la droga que muchos de nuestros usuarios incluso llamaban a Cáritas cuando entraban en la cárcel para hacer uso de su llamada semanal porque no tenían ni a quién llamar. Nosotros les atendíamos y nos interesábamos por su situación y eso les reconfortaba muchísimo.

-Su batalla diaria es de esas que resulta difícil atisbarle un final.

-La batalla sigue en pie. Sigue y seguirá. No se puede bajar la guardia nunca. A muchos los considero curados, pero hay casos de un deterioro tal que hasta ellos mismos se avergonzaban de habernos fallado porque en el fondo son bellas personas.

-¿Detrás de esa comida caliente que ustedes ofrecen al necesitado, existe una labor oscura de consejos y cuidados?

-Se crea un vínculo. Lo peor que llevo es cuando me dicen que se murió fulano, que se murió tal. Siempre vas a un entierro deseando que sea el último, pero luego una simple neumonía acaba con ellos porque su salud es extremadamente delicada. Hubo familias que fueron muriendo con ellos incluso. Por eso cuando se comenta que la familia de tal o de cual no le ayudó me duele en el alma porque la historia que hay por detrás es incluso más dolorosa para las familias que para los enfermos.

-Hasta se preocupan de mejorar su estética con la intención de reforzar al dependiente a nivel anímico.

-Le damos de todo con la intención de curarlos y rehabilitarlos. Conseguimos incluso dentaduras postizas y les cortamos el pelo. Si no tienen autoestima y apoyo no salen. Las administraciones están haciendo una gran labor y se van dando pasitos.