Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"Los vecinos de Guillán fueron unos valientes"

Rafael Fernández pilotaba el hidroavión que acompañaba al que se estrelló en Xiabre en 1976 y dejó 3 muertos

Los pilotos, ahora jubilados, visitaron ayer el monolito de Guillán, levantado en las inmediaciones del lugar del trágico accidente. // Iñaki Abella

Corría el 8 de septiembre de 1976 cuando Rafael Fernández Vázquez sobrevolaba Vilagarcía a bordo de un hidroavión del Icona (Instituto para la Conservación de la Naturaleza) para cargar agua en la ría con la que sofocar un incendio declarado en Cuntis. En la maniobra participaba otra nave. "Ese avión iba descendiendo y le conté por radio que había otro fuego, pero no me contestó. Yo tiro el agua en Cuntis y al dar la vuelta veo una gran humareda. Entonces llamo a la torre de Santiago pero no me oía, por lo que decidí subir un poco más. Llamo al avión [al compañero] y no me contesta porque esa humareda procedía precisamente del avión, que se había estrellado", relata Rafael Fernández en Xiabre, exactamente en el lugar del accidente en el que perdieron la vida tres compañeros. Fueron el alférez José Luis Herráiz, el brigada José Cachafeiro y el sargento José Pérez.

Para rendirles homenaje, una veintena de pilotos retirados -llegaron en minibús a Guillán- visitaron ayer el monolito levantado en homenaje a las víctimas. Para algunos era su primera vez allí, aunque la mayoría ya habían asistido al 40 aniversario del siniestro, celebrado junto al monumento en septiembre del año pasado. Pero todos, sin excepción, escuchaban atentamente las vivencias de Rafael Fernández Vázquez de viva voz.

Cuando por radio le confirmaron que el otro avión se había estrellado, regresó a la ría a coger agua para apagar el incendio y abandonó el de Cuntis, prácticamente extinguido. Junto con el jefe del destacamento, viajó en un helicóptero desde Santiago al lugar de la tragedia, en el monte Xiabre.

Identificación de los cuerpos

El piloto tuvo que encargarse de identificar los cuerpos. "Los reconocí perfectamente porque estaban boca abajo y sus caras se salvaron de las llamas. También se diferenciaban por la constitución física", recuerda.

El comandante del avión no se olvida de la actitud heroica de la gente del entorno a la hora de colaborar en la extinción del incendio en el que perecieron tres compañeros. "Los vecinos de Guillán y Caldihuela se portaron de maravilla, como unos valientes", agradece el piloto, de origen gallego y actualmente afincado en la comarca de Santiago.

Por su parte, el teniente general Gonzalo Ramos, también "en la reserva" -según sus propias palabras-, destacaba "el imborrable recuerdo" del fatal siniestro. "Los pilotos regalaron lo mejor que tenían, que eran sus vidas", ensalzó. "Con esta visita queremos rendirles homenaje y tributo, recordarlos. Casi la mitad de los que estamos aquí ya pertenecíamos a la unidad en aquel momento, en 1976", cuenta el teniente general.

De hecho que Rafael Fernández compartiese maniobra con los fallecidos fue una cuestión de turnos, que cambiaban cada quince días. Los fallecidos "fueron tres compañeros con los que hemos volado muchas veces", sostiene Ramos.

Destacó que la principal labor del equipo no era otra que "la defensa de nuestra riqueza forestal". La unidad nació con dos aviones, seis pilotos y diez mecánicos. Aunque la base estaba en Torrejón, el primer destacamento fue el de Galicia. "Después empezamos a volar en Cataluña", concluye el piloto.

Compartir el artículo

stats