Cuando aún no se destruyó toda la madera sobrante del proceso de poda, los viticultores empiezan a hacer cálculos para saber cuándo aplicar los primeros tratamientos fitosanitarios contra plagas tan importantes como el mildiu o enfermedades como la excoriosis.

A estas alturas puede decirse que comenzó el ciclo de la primera enfermedad, pero no hay motivo de alerta ni es preciso tratar.

Lo que más vigilancia debe generar es la segunda de las amenazas, ya que la excoriosis es un hongo que se conserva durante el invierno en las yemas y en puntos negros formados en la madera necrosada y blancuzca de los sarmientos para, en primavera, coincidiendo con el desborre, entrar en actividad si las condiciones climáticas son favorables.

Así las cosas, si se registran temperaturas suaves o altas como las de estos días y se mezclan con lluvias -como las previstas para el martes- o humedad relativa elevada, el citado hongo puede invadir los órganos que se van formando en la vid, y durante el verano seguirá evolucionando.

En la Estación Fitopatológica de Areeiro (EFA), dependiente de la Diputación de Pontevedra, también son conscientes de ello, de ahí que adviertan del riesgo de proliferación de este patógeno que puede afectar a todos los órganos verdes de la vid.

El modo de detectarla

En las hojas se manifiesta por la presencia de manchas oscuras o negruzcas, localizadas preferentemente en el peciolo y nervios principales, causando daños de escasa relevancia económica.

Cuando ataca a los brotes jóvenes y sarmientos la excoriosis suele manifestarse en forma de necrosis oscuras, ocasionando grietas superficiales en la corteza que adquieren el aspecto de una tableta de chocolate y se localizan preferentemente en los tres o cuatro primeros entrenudos del sarmiento.

En este supuesto los daños pueden ser importantes si el hongo ataca a las yemas, pues en primavera no brotan.

Esta enfermedad también puede afectar a los racimos, aunque lógicamente ahora no es el momento. En este caso los daños son siempre graves, pues ocasionan un mal cuajado e incluso su desecamiento.

En cualquier caso, para evitar la proliferación de la excoriosis, los técnicos de la EFA aconsejan empezar a tratar allí donde estén avanzados tanto la enfermedad como el desarrollo vegetativo de la viña, pues hay que tener en cuenta que el momento de mayor sensibilidad de la misma se sitúa entre los estados fenológicos de "hojas incipientes" y "hojas extendidas".

Respecto al mildiu, como se explicaba anteriormente la temporada ha comenzado, y esto lo confirma la maduración de la oospora que conserva este patógeno en invierno, y que se ha constatado en los puntos de control habilitados por la EFA en sus parcelas de seguimiento.

Esta maduración de la oospora "implica el inicio del ciclo de la enfermedad mediante la germinación de estos órganos invernantes, aunque esto no significa en absoluto que sea preciso empezar a aplicar tratamientos, ya que para que se produzca la contaminación de las viñas aún tienen que desarrollarse los brotes".

Pero el viñedo está aún lejos de ese momento de riesgo, situándose entre los estados fenológicos de "yema hinchada" y "punta verde", lo cual significa, insisten en la EFA, que "aún no hay que aplicar ningún tratamiento frente al mildiu".

Puede causar estragos

No está de más recordar que el mildiu es una de las enfermedades más conocidas y graves de la vid, ya que si las condiciones ambientales son favorables a su desarrollo, el hongo puede atacar a todos los órganos verdes de la planta y destrozar la producción.

Su actividad se inicia cada año en primavera, que es cuando sus condiciones de desarrollo son favorables, y su evolución va a depender de las condiciones meteorológicas que se registren en los próximos meses.

Dicen los entendidos en la materia, y muchos viticultores coinciden en ello, que el mildiu es la enfermedad "de los tres 10", ya que se desarrolla sobre todo cuando la longitud del brote alcanza los diez centímetros, cuando la temperatura media es superior a los diez grados centígrados y cuando las precipitaciones superan los diez litros por metro cuadrado.