Recuperar los restos del monasterio de Cálago, en Vilanova de Arousa, es un viejo proyecto que siempre se había encontrado con un problema, el de que ese yacimiento arqueológico se encontraba en diferentes propiedades privadas. Tras varios meses de negociación con los propietarios, el alcalde de Vilanova, Gonzalo Durán, firmó ayer un convenio con el representante de los mismos para poder actuar en la zona durante los dos próximos años, e incluso, con la posibilidad de poder prorrogar esa ocupación durante seis meses más. El convenio no habla de compra de los terrenos, pero esa opción no se descarta si, una vez realizadas las prospecciones, los restos hallados tienen una gran importancia para la historia de la localidad.

El propio regidor vilanovés aseguraba ayer que "existe constancia de la existencia de restos arqueológicos, relacionados con el monasterio y con el origen del pueblo de Vilanova en esa zona, por eso queríamos acometer una serie de prospecciones para despejar esas dudas". El convenio firmado con los propietarios autoriza a la administración municipal a entrar en las fincas, asumiendo el coste de las actuaciones a realizar para conocer el alcance de ese legado que ha permanecido oculto durante siglos. Las excavaciones todavía no tienen una fecha de inicio, pero podrían comenzar en los próximos meses.

El representante de los propietarios, Carlos González, reconocía ayer que "ha habido buena voluntad por parte del alcalde para que alcanzásemos un acuerdo que permita acometer las excavaciones". Durán no dudaba en agradecer la cesión a los propietarios, ya que en esa zona puede estar el origen de este municipio".

El único vestigio que se conserva en pie en todo ese entorno es el campanario de Cálago que, en su día, debió servir a la iglesia que se asentaba en la zona y de la que todavía se conservan fotografías de principios del siglo XX, cuando ya estaba en ruinas.

Pero las sospechas de que en ese entorno podría haber mucho más se fundamentan en la aparición de diferentes restos que están catalogados, motivo por el cual, tanto el Concello como historiadores como la vilanovesa Alicia Padín han alertado de la necesidad de realizar una intervención en la zona que clarifique qué es lo que se esconde bajo las fincas de Cálago.

El origen del monasterio de Cálago se remontaría al siglo VII, cuando habría sido fundado por San Fructuoso de Braga. Textos contemporáneos a su creación lo sitúan en las inmediaciones de la citania castrexa y el mar, pero todavía se carece de datos exactos para conocer su localización exacta. Lo que si se sabe es que fue uno de los primeros conventos que resultó arrasado por las incursiones vikingas en Galicia, cifradas en torno al año 844. Siglo y medio después, en el año 997, volvería a ser víctima de otro ataque, pero en esta ocasión de los árabes que guiaba el caudillo Almanzor en su camino hacia Santiago de Compostela.

En ese entorno también se situaría la antigua iglesia de Vilanova, que pertenecía a los dominios del convento compostelano de San Martín Pinario y que, durante varios siglos, se convirtió en el templo parroquial. A inicios del siglo XVI el edificio era espectacular, con nueve altares, el mayor y cuatro más a cada lado, uno de ellos en una capilla anexa al muro norte, acabó convirtiéndose en una ruina por la falta de fondos, y sobre todo, por el traslado de la devoción a la iglesia de A Pastoriza. Este hecho acabó significando la pena de muerte para el templo, que desaparecería a principios del siglo XX.

Todo el recuerdo que queda de la iglesia de Cálago se conserva en una fotografía de 1920, donde solo se ven las ruinas, y tres dibujos que deben atesorarse para mantener la memoria viva del gran esplendor que tuvo el monasterio de San Cibrán de Cálago.