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PLantas desapercibidas

El jardín del monasterio como complemento

Las monjas aprovechan estas especies y cultivan otras paras sus jabones

La naturaleza es sabia pero en el caso de la Ruta da pedra e da Auga se complementa a la perfección con la fábrica de jabones que las monjas cistercienses tienen en el histórico monasterio de Armenteira. Además de las plantas espontáneas, las hermanas cultivan un hermoso jardín en el que han instalado un invernadero donde crecen diversas especies aromáticas que luego usan en sus prestigiosos cosméticos.

Basta con mirar la carta de jabones de camelia, de rosas, de limón, de manteca de karité o el de castaña y avena, todos con unas propiedades dermatológicas muy apreciadas por una vasta clientela, incluidos los turistas que se acercan a este singular lugar de contemplación.

Y es que todas las monjas tienen su propio cometido en este "negocio" que les ayuda no solo al sustento sino a la conservación de una de las joyas románicas más importantes de la comarca y conocido como la Catedral de O Salnnés, y que también es centro de peregrinación al menos el día de la romería de As Cabezas.

No hace mucho que la hermana Paula mostraba con orgullo plantas de aloe vera, los camelios, rododendros y otros ejemplares magníficos de los que se obtienen esencias aromáticas inigualables.

Las monjas de Armenteira presumen de que son todo productos "naturales" al cien por cien. De ahí el éxito de sus pastillas de jabón, de sus aceites y sus cremas, fabricadas a conciencia.

El éxito fue tal que recientemente han construido una fábrica, de pequeño tamaño pero de diseño premiado por los mejores arquitectos.

Y es que todo se quiere hacer en armonía con la naturaleza, sin ningún tipo de distorsión porque la base del milagro de Armenteira es esa paz eterna que encontró San Ero y que se representa con un largo sueño de varios siglos despertado solo por el canto de un jilguero. Ese mismo espíritu es el que quieren trasladar las hermanas de Armenteira a sus clientes como se puede ver en sus recetas.

Así, el jabón de castaña y avena contiene agua, aceites de palma, oliva, coco, cacao, ricino, jojoba, almendra dulce, castaña, harina de avena, proteína de maíz y aroma rústico. Por ello hidrata, nutre y es antiinflamatoria, astringente, antioxidante y fotoprotector contra los rayos ultravioleta.

Pero aún se puede pedir más. El de camelia lo obtienen gracias a los aceites que les proporciona la Estación Fitopatológica do Areeiro y dicen que estimula la renovación celular, hidrata la piel de forma duradera y la protege de los radicales libres y de las agresiones externas.

La novedad es el jabón de caléndula, una planta cuyo aceite es calmante y sus pétalos antibacterianos, antiinflamatorios y astringentes. Precisamente la planta se cultiva en la huerta ecológica del monasterio y está recomendada para pieles agrietadas, estrías, quemaduras, picaduras de insectos, úlceras, además de suavizar la piel, qe junto a la mandarina es antiséptico y limpiador. ¿Qué más se puede pedir?

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