Bruno Díaz López, director del Bottlenose Dolphin Research Institute (BDRI), el Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares, presenta un estudio de relevancia internacional que plantea aspectos fundamentales para entender la interacción entre los cetáceos y la acuicultura, dejando patente que son capaces de reaccionar de forma "inteligente" para adaptarse ante la presencia de bateas de mejillón o jaulas de cultivo de peces, convirtiéndolas en algo así como su "despensa" particular.

En el BDRI, con base de operaciones en O Grove y dedicado a la observación de mamíferos marinos en las Rías Baixas, explican que este trabajo de ámbito científico es fruto de casi diez años de estudio en el Mediterráneo que se amplían ahora en Galicia, especialmente en la ría de Arousa, para determinar cómo interactúan tanto los delfines como determinadas aves con las zonas de cultivo acuícola, es decir, bateas de mejillón o jaulas de salmón, dorada, lubina y otras especies.

La acuicultura es un sector en auge que según diferentes organismos internacionales será sustento esencial de la población mundial a medio plazo. Y hay que tener en cuenta que el sector acuícola generó 97,20 millones de toneladas de producto en todo el mundo en el año 2013, con un valor económico global de más de 125.814 millones de euros.

De ahí la trascendencia de este tipo de informes científicos, cuyas conclusiones se lanzan a través de "Marine Ecology", considerada una de las revistas de biología marina más importantes del mundo.

Y el biólogo ferrolano Bruno Díaz López -grovense de adopción- también quiere compartir esas conclusiones en FARO DE VIGO, dejando constancia de que "a lo largo de estos años estudiando especies como los delfines mulares uno se da cuenta de su enorme capacidad de adaptación ante cambios en el medio ambiente y posterior aprendizaje para intentar sacar ventaja de los mismos".

Esto que podría considerarse parte de la "inteligencia" que se achaca a los delfines se hace evidente en su modo de comportarse al lado de las bateas o jaulas piscícolas.

¿Qué quiere decir Bruno Díaz con eso de la inteligencia de los delfines? Es lo que explica en este trabajo de campo realizado durante 1.062 días de estudio -99 meses- para documentar la interacción de cetáceos como el delfín mular y aves marinas -gaviotas patiamarillas, cormoranes moñudos y garzas reales- con las actividades de la industria acuícola. Partiendo de la base de que se trata de especies consideradas un problema, porque pueden capturar los peces de las granjas flotantes de cultivo.

En ese tiempo Díaz registró un aumento gradual de delfines mulares y garzas reales, a pesar de no ser frecuentes en la zona, observando cómo los primeros aprendieron a sacar provecho de la acuicultura, llegando a capturar los peces de cultivo.

Tanto es así que, según BDRI, para los delfines las piscifactorías, como sucede con las bateas de mejillón gallegas, se convierten en una fuente de alimento "fácil de encontrar y de capturar"; desde luego mucho más asequible que los peces silvestres.Visitantes regulares

Durante su estudio, Bruno Díaz pudo observar cómo con el paso de los años algunos delfines se convertían en visitantes regulares de los viveros del Mediterráneo, llegando a alimentarse de las lubinas y doradas que descartaban los trabajadores de este tipo de jaulas, también existentes en la costa gallega.

"Está claro que toda actividad humana provoca un impacto en el medio ambiente -reflexiona el director del BDRI-, y es nuestra responsabilidad tratar de minimizar dicho impacto para que cualquier tipo de actividad, ya sea pesca o acuicultura, sea responsable con el medio marino".

Y sentencia: "Este estudio muestra cómo una gestión adecuada de la actividad acuícola puede minimizar el grado de impacto en el ecosistema y de esa forma ser una actividad de futuro mucho más sostenible".