-¿Cómo era Ribadumia cuando usted llegó, en los años 40?

-Acabábamos de salir de la época del hambre. Fue una época dura, en la que mucha gente quedó sin nada. Socialmente, la situación era desastrosa. Recordar aquellos tiempos de mi juventud es triste.

-En los años 60 participó en la fundación de una cooperativa de agricultores.

-Por aquel entonces existían las Hermandades de Labradores, pero eran organizaciones políticas. Necesitábamos entidades apolíticas y dirigidas directamente por los labradores. Los reglamentos de la Cooperativa de Productores del Campo de Ribadumia los traje de Negreira (A Coruña). Y después creamos la caja rural de Ribadumia, que fue la primera de toda la provincia de Pontevedra.

-Siempre ha sido, de algún modo, una persona adelantada a su tiempo. ¿Quién inculcó en usted esas ideas avanzadas?

-Tenía ganas de hacer cosas, y fui cogiendo los tiempos tal y como venían porque me di cuenta de que las cosas tenían que cambiar. La idea de que la Iglesia participase de un modo más activo en la sociedad empezó en la República, y en esa época yo estaba estudiando en el Seminario.

-¿Le costó alguna enemistad esa postura vital progresista, algún problema con la jerarquía eclesiástica o política del momento?

-Con la eclesiástica no, porque también ha habido arzobispos en Santiago de ideas avanzadas. Pero a nivel político sí es cierto que no era bien visto que un cura se pusiese a trabajar con la juventud o a ayudar a formar una cooperativa, porque creían que era meterse en su campo. Hubo un gobernador civil de Pontevedra al que yo no le gustaba.

-Y también se dedicó al periodismo. Escribió para "El Pueblo Gallego" o "Vida Gallega".

-Recuerdo que en los tiempos de Manuel Fraga, cuando era el delegado de Prensa con Franco, quería que los periodistas tuviesen también el carné del Movimiento. A mí me pidieron el carné de prensa, con la excusa de que era para renovarlo, pero no. Me lo quitaron porque no era del Movimiento.