En Vilanova, se montó una carpa gastronómica junto a la iglesia, y sus organizadores declararon al término de la jornada que "estamos satisfechos, porque la gente respondió. Entre la 13.30 y las 15.30 hubo mucha gente comiendo". El responsable de la carpa, en la cual también hubo música y animación infantil, sostiene que el buen tiempo fue un aliado, de ahí que también se notase un gran ambiente en las misas y la procesión.

También estaban contentos en los bares, que registraron desde primera hora de la mañana y hasta las cuatro de la tarde una gran afluencia. En el Reiz, situado frente al puerto, manifestaban por ejemplo que "la gente de Vilanova sale siempre en San Amaro, aunque cuadre en un día de semana, pero la diferencia es que si es entre la semana la gente viene más a llevarse los callos para casa, y al ser domingo son más los que se quedan a comerlos en los bares".

En este establecimiento tuvieron mucho trabajo, y de hecho cocinaron durante la jornada de ayer unos 90 kilos de callos. También sirvieron numerosas raciones de cordero, el otro plato estrella del Reiz durante esta jornada festiva. En Vilanova se celebraron entre la mañana y la tarde ocho misas, la procesión salió tras la de las 12.30, y hubo una subasta de gallos. La jornada terminó con una verbena.

Meaño

El hecho de cuadrar en domingo la celebración de San Amaro supuso que acudiese a Meaño más gente que en anteriores ediciones, pero aún así la fiesta se mantuvo fiel a ese entrañable espíritu de barrio que la caracteriza. La afluencia se notó sobre todo en las tradicionales "poxas" tras la misa de una, en las que un año más se subastó un variado abanico de productos de campo y corral donados por los devotos. Unas poxas que congregaban a 150 personas bajo la pequeña carpa habilitada a pie de atrio de la ermita, cifra que hizo que en esta edición los precios se movieran ligeramente al alza.

Aún así hubo ocasión para alguna ganga, como un lote de dos botellas de aguardiente y una tercera de licor café casero, que se fallaron en cinco euros. En lo demás, las pujas siguieron el insondable devenir emocional de los presentes en sus particulares piques festivos, salpicados de humor, por llevarse uno de los lotes subastados. Desde bolsas de cinco kilos de kiwis o 10 de naranjas, falladas en 10 euros, hasta botellas de aceite de oliva pasando por cestas de pomelos, limones, cajas de maíz a 10 euros o patatas nuevas a 12, ristras de cebollas, cestas con huevos caseros, botellas de albariño, tintos Rías Baixas y hasta una edición especial de una botella de tres litros de albariño del Meaño Fútbol Club. Cualquier excusa gastronómica valía con tal de dejar una limosna al santo, bien por los devotos que entregaron la ofrenda, bien por los que pujaban ayer a pie de atrio. Pero sin duda lo más valorado fueron tres preciados gallos de corral que se adjudicaron en 40, 60 y 65 euros, lo que supuso la puja más elevada de la jornada. Tampoco faltó la solidaria, por la que el cura párroco José Manuel Taibo se llevó, por 50 euros, una caja de tinto mencía que donó para la fiesta de la tarde y que incluía, como cada año, una degustación gratuita de los tradicionales callos y roscón, además de vino, refrescos y queimada, todo ello servido gratuitamente para los vecinos por la comisión organizadora.