El Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar) autorizó ayer la reapertura de los polígonos Portonovo A, en la ría de Pontevedra, y Muros C, en la de Muros-Noia. Lo del primero no significa mucho, pues se había cerrado solo un día antes, y por tanto hubo tiempo suficiente hasta ese momento para sacar producto de sus cuerdas hasta, como en el grueso de los viveros, prácticamente agotarlas. Más importante es la reapertura de las bateas muradanas, ya que la presencia de biotoxinas mantenía paralizada la actividad en aquellas aguas desde hace dos meses.

Así pues, reabrir el Muros C supone otro respiro para el sector -aunque pequeño- en plena campaña navideña, que se ha salvado en gran parte gracias a la remisión de las biotoxinas en tres de los cuatro polígonos de O Grove, donde la actividad es incesante desde el sábado.

Con el ejercicio y la campaña casi finiquitados la conclusión que puede extraerse es que la ría de Pontevedra perdió otro año, pues como siempre se trata de la más castigada por las células tóxicas, y que parte de la de Vigo pierde la Navidad. Pero no es menos cierto, hay que insistir, que 2016 ha sido a pesar de todo muy positivo para el sector, ya que los episodios tóxicos llegaron en momentos de baja incidencia y resultó crucial que en el segundo semestre los bateeiros pudieran trabajar ya no con normalidad, sino a un ritmo frenético.

Las inusuales condiciones meteorológicas reinantes en otoño fueron la clave para evitar los cierres generalizados y propiciar la extracción masiva del "oro negro" de las bateas, de ahí que a estas alturas "todo el pescado esté vendido", como de forma campechana explican los productores en los muelles.