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Vilagarcía en la prensa nacional del siglo XIX

La donación de Cortegada al rey Alfonso XIII fue objeto de numerosas crónicas de la época

Aspecto actual del pazo de Vista Alegre en Vilagarcía de Arousa. // Iñaki Abella

Uno de los periódicos nacionales de Madrid de cierta fama a lo largo de su dilatada vida fue "La Época", que se editó nada menos que desde 1849 a 1936. Calificado como diario conservador, pasó a lo largo de los años desde defender a la Unión Liberal, posteriormente al Partido Moderado a finalmente ser un declarado Alfonsino.

Colaboraron en sus primeros años escritores y periodistas de cierta fama en aquellos años, tales como Julio Nombela, Pedro Antonio de Alarcón, Jacobo Rebollo, Francisco de Paula Madrazo y otros.

Su fundador, Diego Coello de Portugal y Quesada fue un político y diplomático español, que fue recompensado por la monarquía con el título de conde de Coello. Fue en octubre de 1898, apenas a los dos meses de la triste capitulación de España ante los Estados Unidos por las guerras de Cuba y Filipinas, cuando "La Época" le dedica un largo capítulo a Vilagarcía, destacándolo ya como lugar de residencia de familias importantes de Galicia y de España.

Comenzaba hablando del pazo de Vista Alegre, comentando una situación patrimonial poco conocida. Decía, que "se halla edificado el castillo en una altura, desde la que se abarca una extensísima porción de tierra y de mar, y está dividido actualmente en dos partes, propiedad una de la familia del diputado Alejandro Castro, y de los Marqueses de Villagarcía la otra".

El diputado Alejandro Castro se había hecho famoso porque fue uno de los políticos detenidos a raíz del fracaso de la Revolución de 1854, curiosamente junto con el director de "La Época", Diego Coello, y obligados ambos a exiliarse.

Comentaba entre otras cosas que "es muy elegante, con dos torres almenadas y precioso jardín, al que pone límite la playa. Se alza a la salida del pueblo, junto a la carretera de Cambados, que abunda en vistas muy pintorescas. Domina por un lado la ría de Arosa, puesto que, al pie de sus muros, enlazados por cubos en sus extremos, van a estrellarse las aguas, y por el otro, el valle de O Salnés, cerrado al fondo por verdes montañas, en cuyas faldas asoman, como puntitos blancos, preciosos caseríos. El jardín es frondoso; en sus bosques de plátanos jamás penetra el sol, y su huerta de fruta, bastante para que meriende durante toda la estación, la colonia veraniega amiga de la familia Castro".

Seguía el artículo con sus alabanzas de Vista Alegre y sus dueños, en este caso los Castro, comentando que, "se reúnen por las tardes los amigos de la distinguida dueña y su simpática familia; organizándose allí, amenas jiras, y hasta sirven sus alamedas de velódromo".

Por entonces ejercía las funciones de pleno derecho como jefe del Estado, la regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, hasta que fuera declarada la mayoría de edad del futuro Alfonso XIII, en 1902. Fue según las crónicas, una reina con "impecable observancia de las obligaciones constitucionales, reinando con sensatez y equilibrio".

Al parecer, en alguna ocasión, la reina regente hizo un comentario acerca de que le gustaría tener una residencia a orillas del mar, cosa lógica en todos los reyes de España, y la Diputación Provincial de Pontevedra, (el periódico no aclara si la idea se debía al por entonces presidente de la misma, el liberal, Gumersindo Otero García o al anterior, el conservador Sabino González Besada de la influyente familia del mismo nombre), "concibió el pensamiento", nada menos, que el de comprar el pazo de Vista Alegre y ofrecérselo como regalo de la provincia a la familia real.

Realmente era un adelanto de lo que se haría efectivo posteriormente con el regalo de la isla de Cortegada, con la promesa de edificar un palacio, que nunca se construyó. La prensa comentaba, "que por motivos que no son del caso, desistió de su propósito, pero no cabe duda de que la idea era excelente".

Probablemente bajo la publicidad que se dio sobre probable residencia real, y ante la inminente apertura del tramo de ferrocarril hasta Pontevedra, hizo que algunas personas pretendieran comprar el pazo de Vista Alegre, "para instalar allí un casino, fonda, etc.".

En otra residencia señorial del entorno en que se fijó el periodista fue en la casa de los duques de Medina de las Torres. Comentaba que, "encantada la difunta duquesa de Medina de las Torres - que residía en su propiedad de San Lorenzo, en Compostela - de las bellezas de la ría de Arosa, eligió un pintoresco sitio a la orilla del mar; y allí se hizo construir un hotel moderno, de edificación sencilla -porque sencillos eran los gustos de aquella noble dama, camarera mayor que fue de la Reina Doña Cristina - , pero en el que se disfruta de todas las comodidades que ofrece el confort bien entendido. Enclavada en el término de Vilaboa, de él recibe su nombre la propiedad".

Contra lo que se pueda pensar, este antiguo título nobiliario de 1502 no se había dado pensando en la isla de Terranova perteneciente a Cánada, cuyo primer registro en un mapa, en este caso portugués, data del año 1504, sino porque cuando lo otorgó el rey de Nápoles, Fernando II de Aragón, el Católico", se refería al municipio italiano de Terranova Sappo Minulio, situado en la región de Calabria, casi en la punta de la figura de bota que tiene Italia, enfrente mismo de la isla de Sicilia. Su primer duque fue nada menos que Gonzalo Fernández de Córdoba.

Seguía con las alabanzas diciendo que: "Prueba de la riqueza de aquel suelo es el rápido incremento que han tomado, la huerta de esta finca y el jardín que se halla a espaldas de la casa y que está admirablemente trazado. Hace veinte años no había en aquella tierra un solo arbusto. Hoy se ven allí bosques de eucaliptus y otros frondosos árboles que parecen tener, por lo menos, medio siglo de vida".

Hablaba del pequeño muelle de madera que tenía la finca y que permitía, "a bordo del vaporcito, o de los botes atracados a aquel, emprender expediciones marítimas o fluviales".

Efectivamente, el duque de Terranova poseía el vapor "Alfonso", con el cual hacía frecuentes salidas por la ría a través de Carril y Cortegada hasta Padrón, "pasando por Catoira, donde hay baños sulfurosos".

Hablaba el periódico del esplendoroso futuro que esta zona ofrecía para construir "casas del mismo estilo", ya que disponía de gran extensión, y posibilidades cerca de las existentes "que hoy pertenecen a César de Diego, a la señora viuda de Bisbal y a la señora de Gosálvez".

Hablaba también de las enormes posibilidades turísticas de Vilagarcía:

"El año que viene, cuando directamente el ferrocarril desde Madrid a Villagarcía, será este, sin duda, uno de los puntos más concurridos de Galicia durante la estación veraniega".

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