La comarca de O Salnés está invadida por el "plumacho argentino", también conocido como hierba de la Pampa, una planta exótica que se propaga a velocidad de vértigo y que ya forma parte del paisaje natural junto con la acacia negra y otras especies que también se entrometen en la naturaleza autóctona a la que causa un daño que puede ser irreversible.

La situación es especialmente grave en las cuencas fluviales pues estas plantas desplazan a las autóctonas por lo que su vegetación ya no cumple la función que tiene reservada.

Esta misma semana han denunciado el problema los miembros del Colectivo Ecoloxista de O Salnés (CES) en la segunda inspección del Umia, entre el puente de Os Padriños y el de Santa Marta, en Ribadumia.

Allí se han encontrado numerosas plantas de este tipo que es necesario ya erradicar porque contribuyen a un deterioro de este espacio fluvial.

Obviamente no es el único problema que afecta al Umia en cuanto a vegetación porque además de las plantas exóticas como la acacia, la trompeta o cala y la hierba de la Pampa, hay que sumar otros hechos como las plantaciones de vides a orillas del río o los desbroces nada selectivos que se aplican para ajardinar estos espacios.

Pero la proliferación de la hierba de la Pampa es una preocupación demasiado seria debido a que este año se ha visto una verdadera invasión de plumachos, una responsabilidad solo atribuible a la administración que se encarga de la promoción de la red de carreteras.

"Hay muchísimo porque se propaga con facilidad y además las semillas circulan por todos los sitios porque los coches las transportan en sus ruedas", explica de forma muy gráfica la presidenta del colectivo, Marta Lois.

De ahí que haya una gran preocupación de los ecologistas que han visto como esta especie ha proliferado en las orillas del Umia, un cauce que presenta una fuerte degradación pese a la mejoría experimentada en los últimos años.

El problema de la presencia masiva del plumacho pasa porque como planta invasora que es, quita espacio a las autóctonas que son las que realmente preservan estos espacios naturales.

Es decir que si el plumacho se sigue extendiendo desaparecerán especies como las silvas, los ameneiros, los salgueiros y otros, cuya función no se limita a crear una imagen sino que es muy importante para dar sombra, evitar el calentamiento de las aguas y a la vez ofrecer los nutrientes que precisan los seres vivos propios del río Umia.

Con todo, los ecologistas se han marchado bastante satisfechos con el estado que este otoño presenta el río Umia en general.

El hallazgo de larvas de libélula es el mejor indicador de que las aguas discurren limpias a través de un cauce que necesita mucha atención.

"Si en vez de larvas de libélula encontramos de mosca o de mosquito estaríamos preocupados porque ello reflejaría un alto nivel de contaminación orgánica", señala la presidenta del CES.

Y muy al contrario como pudieron comprobar con los reactivos químicos que emplearopn para un análisis rápido de las aguas. Con ellos observaron que el PH era normal, lo que demuestra la capacidad que tiene el Umia de regenerarse a pesar de las agresiones derivadas de la presión urbanística, industrial y comportamientos incívicos de algunas personas.

Esta situación es posible gracias a la alta pluviosidad de Galicia pues como ya explicó Lois "si el Umia está en Castilla hoy sería una alcantarilla, una verdadera cloaca".

De hecho precisa actuaciones importantes, alguna de ellas muy costosas, como la erradicación de una planta, Egerea, que tapiza prácticamente el lecho fluvial por lo que el fondo apenas recibe los rayos de luz solar, con lo que ello pueda significar para las especies que viven en él.

También comienza a preocupar la aparición del "jacinto de agua" que está latente y que se ha detectado en zonas como Caldas de Reis y que se desplazan río abajo. Se trata de otra planta común en el mundo de la acuarofilia. Calas y las acacias falsas también roban espacio a los árboles autóctonos que a su vez sufren la acción del hombre cuando los tala.