La inicio de la campaña de pesca del centollo en Galicia no va a resultar sencillo para el sector, entre otras razones porque buena parte de los caladeros están esquilmados a causa de la pesca ilegal. Y es que las rías gallegas están repletas de aparejos ilegales, y a pesar de la presión ejercida por Gardacostas de Galicia, Policía Autonómica y Guardia Civil, las artes caladas en zonas prohibidas, sin identificar, sin balizar, sin respetar los horarios de trabajo y sin ajustarse lo más mínimo a los tamaños o características establecidos sigue siendo una auténtica pesadilla.

Ésta es la conclusión a la que llegan los miembros de las fuerzas de seguridad, y sobre todo los funcionarios del servicio de vigilancia pesquera de la Consellería do Mar, que son los que mayor presencia mantienen a diario en las rías gallegas y los que mejor conocen cuáles son las grandes amenazas que pesan sobre los sectores productivos.

Ellos, los integrantes de Gardacostas, son los que más preocupados se muestran tras constatar en los últimos días una intensa actividad furtiva y una especial persecución de los ilegales hacia algunas especies como el centollo, cuya campaña extractiva comenzaba precisamente ayer en las provincias de A Coruña y Pontevedra para que el producto empiece a llegar ya a las lonjas y mercados.

Baste como ejemplo gráfico de esa presión a la que aluden los funcionarios de Gardacostas que el sábado efectivos de este departamento intervinieron en el entorno de la isla de Sálvora, en la boca de la ría de Arousa, y descubrieron que ese importante hábitat para los crustáceos estaba "plagado" de miños, las redes más empleadas en la captura del rey de los crustáceos.

Algunos pescadores profesionales las habían dejado depositadas en el agua en días previos para hacer acopio de producto ahora que ya puede comercializarse, pero lógicamente actuaron de forma fraudulenta y descontrolada.

De este modo pueden acumular producto para saltarse los topes de captura diarios o para llegar fácilmente a ellos aún en caso de escasez. Al tiempo que capturan ingentes cantidades de este crustáceo que no llevan a lonja y venden directamente a consumidores particulares, restaurantes, depuradoras y piscifactorías, sin importarles el daño que causan a la especie ni los perjuicios que provocan entre el grueso de la flota, ya que la parte del sector, la que sí actúa de forma legal, sufre inevitablemente las consecuencias, a modo de reducción o pérdida de capturas, ingresos e imagen.

Pero volviendo al operativo de Gardacostas en Sálvora durante la jornada del sábado, y para que el lector pueda hacerse una idea de la magnitud del problema, baste decir que la escasez de tiempo y las adversas condiciones meteorológicas hicieron que los funcionarios "solo" pudieran recuperar 36 miños ilegales, en los cuales estaban atrapados más de 80 kilogramos de centollo. Pero resulta que en el agua tuvieron que quedarse más redes, parece que muchas más.

Y no solo eran miños ilegales por encontrarse sin identificar o por ser empleados sin respetar los horarios de faena ni el descanso seminal, ni mucho menos, También eran ilegales porque lo máximo permitido por ley para cada pieza de miño es de cincuenta metros de largo, y resulta que estos en concreto tenían más de sesenta.

Ni que decir tiene que las piezas pescadas por esas redes fueron inmediatamente devueltas al agua y los aparejos quedaron decomisados, trasladándose a tierra a bordo de la patrullera "Punta Roncadeira", con base en Vilaxoán (Vilagarcía).

Es en este puerto donde tiene su base operativa una de las unidades de Gardacostas de Galicia, y es también ahí donde a media mañana de ayer recalaba otra de sus lanchas, la "Illa de Cortegada", en este caso con decenas de nasas ilegales a bordo. Acababan de ser localizadas en el entorno de A Illa de Arousa y Xidoiros.

Y es que tanto los miños como las nasas calados de manera ilegal se adueñan poco a poco de las zonas de pesca en lugares estratégicos de rías como Arousa, tales como el entorno de Sálvora, A Illa, Cambados y O Grove.

Los citados son solo un par de ejemplos muy puntuales de lo que representa la lucha contra el furtivismo en Galicia, pero también son prueba evidente de lo especialmente dañina que puede resultar esta lacra social que ni siquiera se ha controlado desde que el furtivismo fue tipificado como delito.

Los funcionarios de Gardacostas, que actúan por tierra, mar y aire, saben que de un tiempo a esta parte se han asestado importantes golpes a quienes se prestan a la pesca ilegal, tanto a los actores como a sus cómplices en tierra. De este modo se ha disuadido a muchos de esos pescadores profesionales que, valiéndose de sus privilegios como tales, no dudan en actuar ilegalmente, incumpliendo los topes de captura y demás normas.

Pero saben también que nunca es suficiente, y algunos de ellos incluso apuntan de manera muy clara que "ni siquiera bastaría con disponer de 500 efectivos luchando a diario contra la pesca ilegal, pues aunque lo ideal sería aumentar los medios para frenar cada vez más esta lacra, lo que se necesita de verdad para acabar con todo esto es que el conjunto del sector pesquero y marisquero profesional se conciencie de la necesidad de combatir estas prácticas, porque se perjudican a ellos mismos".

Lo que quieren decir es que las rías gallegas están cada vez más sobreexplotadas, y si a esto se suma la desaprensiva y descontrolada acción de los furtivos parece fácil de entender que los recursos puedan agotarse muy pronto.

De este modo Gardacostas insiste en su llamamiento al sector para que colabore en el control de la pesca ilegal, tal y como planteaba antes de la apertura de la campaña extractiva al anunciar que durante la misma "estaremos vigilantes en todo momento para evitar la extracción ilegal de este crustáceo y para que se respeten las cuotas de captura asignadas, de 35 kilos por barco y día, con 35 kilos diarios más por cada tripulante enrolado y a bordo".