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El regalo de seguir viviendo

Maite Castro, trasplantada de riñón, relató a los estudiantes del instituto de Carril su experiencia antes y después de recibir el órgano que le cambió la vida

El doctor Emilio Arruti en su exposición ante los alumnos. // Noé Parga

Estudiantes de 2º curso de Bachillerato del instituto Miguel Ángel González Estévez de Carril recibieron una lección de vida con el testimonio de Maite Castro, trabajadora del hospital de Montecelo y receptora de un riñón que para ella fue "un regalo mejor que si me tocara la lotería". Ella y el médico Emilio Arruti, que durante 16 años fue coordinador del servicio de transplantes del mismo centro hospitalario, pidieron a los alumnos "solidaridad" para ayudar a salvar vidas porque "sin donantes no hay transplantes", incidieron. Organizada por los departamentos de Ciencias Naturales y Educación Física, la charla mostró a los jóvenes la realidad que viven centenares de personas en toda Galicia y miles en España cuya vida depende de la generosidad de otros.

"El transplante es el único procedimiento médico que requiere de la participación activa de los ciudadanos", les explicó Arruti. De ahí que incidiese en lo importante de "comentar en vida nuestro deseo de donar". Porque sigue habiendo en España un 15,3% de negativas cuando a las familias se les plantea la posibilidad de donar los órganos de un pariente fallecido. En 2015 en Galicia 321 personas esperaban un órgano y eso a pesar de que España está a la cabeza del mundo en tasas de donación (39,7 por cada millón de habitantes) y Galicia incluso la supera (39,9), según los datos del pasado año. Desde que en 1967 se realizó en España el primer transplante, más de 100.000 pacientes han recibido órganos sólidos y a más de 400.000 personas les implantaron tejidos o células. "Mi misión es explicar estas cifras", comenta el médico, porque "las cifras son positivas y Galicia está dentro de la media española, aunque siempre podríamos estar mejor".

Y para despertar conciencias contó con el testimonio de Maite Castro, que impresionó a los estudiantes. Sufrió "una insuficiencia renal súbita que me cambió la vida. Estuve dos años y medio en diálisis. Me dializaba 10 horas los 365 días del año y, aún así, hacía vida normal e iba a trabajar a Montecelo". El sufrimiento durante esta etapa de su vida lo compara "con la sed que pasé. No podía beber porque mis riñones no funcionaban", pero "un día me enfadé con el mundo y bebí un litro y medio de agua. Acabé en la UCI", recordó ante los alumnos del IES carrilexo. La sensación que experimentó el día que supo que había un riñón para ella "no se pude expresar con palabras, mejor que si me tocara la lotería", dice. "Cuando me llamaron pensé que no me iba a tocar a mí, que íbamos a ir tres o cuatro personas y que no sería para mi", pero sí lo fue y hace ahora seis años fue trasplantada. "Cuando me empecé a encontrar mejor fue alucinante. Bebía tanto que les decía a mis compañeros que quería emborracharme con agua".

El trasplante de riñón es el que arrastra una mayor lista de espera, confirma el médico, precisamente porque "se puede mitigar con la diálisis".

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