Los crustáceos atraviesan un momento delicado en las rías gallegas debido a su pesca ilegal, y dos son las especies más afectadas. Por un lado, la nécora, que goza de una excelente calidad, lo cual lleva a algunos pescadores a utilizar más nasas de las permitidas, a emplearlas sin respetar el horario establecido y a comercializar las capturas sin pasar por lonja. Por otra parte, el centollo, que también se distribuye ilegalmente en la actualidad a pesar de estar en veda, y cuando apenas quedan quince días para la apertura de temporada.

Nadie en el sector duda de que esto ocurre, ni tampoco hay dudas entre las fuerzas de seguridad o servicios de vigilancia, de ahí que estos días se extreme la vigilancia en el litoral gallego.

FARO ya advertía la semana pasada de que en esta época Gardacostas de Galicia intensifica el control para evitar la comercialización ilegal del centollo, ya que en las semanas previas al inicio de la temporada oficial algunos pescadores aprovechan para extraer producto ilegalmente con la intención de colocarlo en el mercado en cuanto llegue el momento -hasta entonces lo dejan almacenado en salabardos, jaulas u otros recipientes o viveros- e incluso venderlo ahora por cauces antirreglamentarios, aprovechando el tirón de esta especie entre los consumidores y no pocos restaurantes, que también están siendo controlados con ayuda de la Guardia Civil.

De esto se hicieron eco desde Gardacostas el sábado, cuando en su perfil oficial en Facebook este departamento dependiente de la Consellería do Mar recordó a sus seguidores que "la campaña del centollo abre el próximo día 13 en las provincias de Pontevedra y de A Coruña", por lo que "para evitar la captura ilegal de este crustáceo en las fechas previas a su apertura estamos intensificando los trabajos de inspección para evitar su extracción de manera ilegal".

Esto implica actuar por tierra, mar y aire -con la inestimable participación del helicóptero Pesca 1- para vigilar o revisar a conciencia tanto los vehículos empleados para el transporte de la mercancía como los puertos, pues el centollo extraído ilegalmente suele dejarse dentro del agua colgando los sacos y demás recipientes de los pantalanes flotantes.

Aunque también se extrema el control de las embarcaciones pesqueras para evitar lo que la Guardia Civil define como "furtivismo legal", que es el que practican los profesionales del sector, es decir, quienes disponen de permiso de explotación marisquera o para la pesca profesional y aprovechándose de ello extraen ejemplares de talla inferior a la permitida o en veda, superan los topes establecidos o se aprovechan de su condición para colocar en el mercado las capturas.

Este furtivismo "legal" es, por tanto, el mismo que practican quienes estos días esquilman la nécora. Es cierto que está permitida su captura, pero la calidad que atesora el producto parece animar a algunos que no dudan en emplear las nasas que haga falta -incumpliendo las normas establecidas- para sacar la mayor cantidad posible.

Respecto a este producto en concreto puede decirse que en los últimos días se ha constatado la llegada a puerto de ingentes cantidades que se distribuyen "en negro", sin pasar por la subasta en lonja.

Cabe citar como ejemplo el caso de un pescador con alrededor de 300 kilos de nécora distribuidos en cuatro sacos de red que tras pesar el producto -no dudó en utilizar para ello la báscula de la lonja- para saber cuánto iba a cobrar introdujo la mercancía en la furgoneta del comprador, saltándose a la torera todos los trámites, sin llevar el producto a la puja y sin que constara en ninguna parte qué cantidad había extraído de la ría esa mañana o cuánto había ingresado por ello.