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"Inhumar un cuerpo obliga a poseer un nicho"

Distintos recipientes para las cenizas de los difuntos. // Iñaki Abella

"Enterrar un cuerpo obliga a disponer de un nicho y no todas las familias lo tienen", explica Pablo Martínez, de Pompas Fúnebres de Arosa, que ve en éste uno de los motivos por el que las incineraciones aumentaron notablemente en Vilagarcía y otras localidades de O Salnés de un año a esta parte, desde que entró en funcionamiento el crematorio de Rubiáns, el único de la comarca. "Antes tenían que ir a Vigo y eso echaba un poco para atrás a las familias" que se planteaban la posibilidad de incinerar. Ahora "vienen hasta de Pontevedra".

Desde su experiencia, "la religión no influye" a la hora de decidirse entre la inhumación o la cremación, "por lo menos hasta ahora", cuando el Papa ha puesto límites a la dispersión de las cenizas más allá de los lugares considerados sagrados para la Iglesia. "Muchas familias católicas se llevan parte de las cenizas a casa o hacen con ellas lo que quieren". El abanico es amplísimo, desde distintos modelos de urnas, incluso biodegradables, hasta joyas. Y quienes prefieren esparcir las cenizas en algún sitio significativo para la familia o el difunto cuentan con empresas que organizan salidas y ceremonias, por ejemplo en barco, explica Martínez, que comenta que "de dos o tres años a esta parte se está implantando en España y en Galicia el estilo anglosajón, quitándole un poco de hierro al asunto".

Así, la oferta de las empresas funerarias no se limita a las ceremonias religiosas, sino que también organizan funerales civiles para quienes no profesan ninguna fe. "Hacemos actos de recuerdo en función de lo que solicite la familia. En algunos casos quieren música de violín o de arpa, recitar poemas o decir algunas palabras y también proyectar vídeos del difunto a modo de recordatorio". Las opciones son infinitas.

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