"El agua me llegaba esta mañana a las rodillas en el salón de mi casa", explica uno de los residentes en el número 54 de la calle Vilaboa, en Sobradelo (Vilagarcía), tras la avería en la conducción general y que dejó sin suministro durante toda la mañana al menos a un centenar de viviendas.

Ocurrió a las diez de la mañana de ayer domingo pero la familia Da Silva Martínez llevó un tremendo susto y eso que es la enésima vez que ocurre en diferentes viviendas de esta remendada calle. Tal fue el sobresalto que tuvieron que acudir los servicios de emergencias con una bomba de achique para sacar todo el agua que se acumuló en el renovado bajo de la vivienda.

"La inundación fue tremenda, en poco tiempo el agua inundó todo el bajo. No dio tiempo a nada y tuvimos que llamar a los bomberos", explica otro miembro de la familia cuando a mediodía se afanaba por secar el todavía suelo encharcado, tras haber retirado numerosos enseres mojados.

Y es que la avería se produjo donde nadie se lo esperaba. De hecho hasta a los técnicos de Espina y Delfín que se desplazaron hasta el lugar les costó encontrar el punto en el que se produjo la rotura del tubo.

Cuando al fin la localizaron comprobaron que el boquete era de considerable tamaño. Quizás unos 50 centímetros de diámetro o incluso más por el que el agua se precipitó casi en forma de torrente hacia el bajo de la vivienda.

Afectó a una sola casa porque la contigua está construida sobre un relleno que hizo de tabique respecto de las estancias superiores más próximas.

Pero ya antes, la empresa concesionaria empezó a tomar medidas. La principal fue cortar el agua a todos los vecinos desde el inicio de la rúa de Vilaboa a Malleiras, con el fin de atajar la inundación pues el agua llegó a cubrir también parte de los callejones que rodean esa manzana de casas.

Es la enésima vez que ocurre un hecho similar, a veces con más y otras con menores daños. "Los empleados del servicio de aguas vienen cada quince días por una avería", afirma uno de los vecinos consultados sobre la situación que ayer tocó a los Da Silva.

Entre indignados y resignados paseaban otros por el lugar. Ya habían visto la señal de prohibido el paso a mitad de la calle y supusieron que "es otra avería de agua".

La situación está tan normalizada en el barrio que algunas mujeres ya salieron de sus casas con jarras para abastecerse en la fuente de Vilaboa, una instalación que también acusa el abandono municipal.

"Tenemos que preparar la comida y no sabemos cuando volverá el suministro", explicaba una sonriente vecina de una de las casas afectadas.

Pero en Espina y Delfín respiraban aliviados en ese momento pues acababan de dar con la avería. "Ahora en una hora u hora y media se resuelve", explicaba uno de los encargados tras reconocer que fue difícil descubrir la rotura.

Generalmente, los técnicos encuentran la avería de oído, pero en esta ocasión era tan grande el boquete que ese habitual silbido no se percibía. Y hubo que actuar por estimación, tantear la zona y descubrir el boquete casi al azar.

La suerte corrió de la parte de los técnicos y a la primera encontraron la rotura por lo que apenas tuvieron que abrir un metro y medio para sustituir el tubo dañado.

Mientras tanto en la vivienda lamentaban lo ocurrido. "No hace mucho que cambiamos todos los muebles del salón y de la cocina, y ahora ya no sirven para nada porque se han empapado", explicaban. Temían también porque el agua hubiera traspasado la cámara de aire que construyeron precisamente para evitar filtraciones.

Pero lo peor fue el susto. "Estábamos en la planta superior cuando de pronto se fue la luz de toda la casa porque había saltado el automático; lo activamos pero cayó de nuevo por lo que ya notamos que había sucedido algo más importante".

"Mi hijo bajó la escalera y el agua ya superaba la altura de varios peldaños", asegura el dueño de la vivienda.

En ese momento ya intentaron sacar el agua del domicilio, pero era tal la cantidad que tuvieron que pedir auxilio de los servicios de emergencia que lograron achicar los miles de litros de agua que se acumularon en unos minutos en dicha estancia.

Una vez que se marcharon, cuando parecía que había parado la inundación, se registró un segundo encharcamiento. Fue mucho más leve y los propios miembros de la familia pudieron contener el anegamiento.

Pero aún así tuvieron que bregar toda la mañana para secar el local, como en anteriores ocasiones ya han tenido que hacer otros vecinos afectados por esta misma situación.

Los Da Silva creen que el Ayuntamiento debe actuar de inmediato y renovar las conducciones de agua más antiguas para evitar situaciones como la suya. Los daños que ha causado la inundación podrían ser muy cuantiosos, aunque habrá que esperar a la valoración pericial.

En el salón había muebles nuevos y en la cocina aneja, tipo americana, electrodomésticos que han podido resultar dañados por la acción del agua.