Cuando recorría las plantaciones de albariño de Martín Códax en la finca de Pé Redondo el presidente Alberto Núñez Feijóo fue abordado por dos mujeres que, con la bandera de Venezuela en las gorras que portaban para protegerse del intenso sol, apartaron las hojas de las parras para mirarle a los ojos, reclamar su atención y pedirle ayuda. Le preguntaron primero si conoce la realidad de los venezolanos residentes en Galicia, a lo que Feijóo respondió que si, que está al tanto "a través da Irmandade Galega". Lo que querían transmitirle es que los jubilados de Venezuela que viven en España llevan "casi un año sin cobrar la jubilación". Explicaron que si bien el gobierno de Nicolás Maduro paga a los jubilados residentes en su país, sigue acumulando deuda con los que viven en Galicia, a pesar de existir un convenio de pagos bilaterales con el Gobierno de España, que sí paga a los jubilados que se encuentran en Venezuela.

Aquellas mujeres aprovecharon la presencia de Feijóo para agradecer el apoyo de la bodega Martín Códax. Lo hicieron al dejar constancia de que en la vendimia trabajan venezolanos "de entre 18 y 70 años que somos licenciados e ingenieros en diferentes áreas y que estamos aquí trabajando porque nos recibieron con los brazos abiertos y nos tratan sin ningún tipo de discriminación".

"¡Y qué no vengan los comunistas!", espetó una de aquellas mujeres a un Feijóo que ya se alejaba pero tuvo tiempo de responder: "Eso lo vamos a intentar".

Minutos después volvió a referirse a Venezuela diciendo que "tenemos 30.000 gallegos allí y por tanto aquel país es una parte de Galicia; es lo bueno de ser presidente de la Xunta, que lo eres también de más de 30.000 venezolanos, otros tantos uruguayos y 100.000 argentinos".