Decenas de tractores pasaban la Inspección Técnica de Maquinaria Fitosanitarias (ITEAF) a lo largo de las jornadas del martes, miércoles y jueves de mañana en A Senra en Ribadumia, y el jueves de tarde y ayer viernes todo el día en el parque de O Barreiro en Xil-Meaño. Es la primera vez que a ambos concellos salinienses, con mucha tradición vitivinícola, llega una de estas inspecciones de forma abierta, por cuanto hasta ahora solo lo habían hecho de forma puntual en verano a través de algunas bodegas para socios y colaboradores.

La revisión de sulfatadoras se había establecido como obligatoria en 2011, pero desde entonces diversas prórrogas solicitadas por el Ministerio y las diferentes comunidades autónomas fueron posponiendo dicha obligación hasta el 26 de noviembre de este año. A partir de esta fecha los dueños que no hayan superado dicha inspección podrán ser sancionados como en el caso de si una ITV de un vehículo al uso se tratara.

La duración de una de estas inspecciones oscila entre los 30 y los 40 minutos, en función del tipo de máquina y depósito de que se trate. Y también en atención a ello varía el precio que cobran las empresas, y que en este caso de Ribadumia y Xil oscilaba entre los 45 y los 70 euros más IVA. "Yo estoy de acuerdo con que tengamos que pasar esta ITV, pero lo que me parece caro es lo que las empresas que tienen concesión están cobrando", lamenta Cándido Agís, un viticultor de Simes que, con la sulfatadora ya en regla, se disponía a subirse a su tractor para abandonar O Barreiro.

A la hora de acudir a una de estas inspecciones los propietarios deben hacerlo portando la cartilla del ROMA y con el depósito provisto de 2/3 de agua limpia. Los técnicos comprueban que es visible el número de bastidor, la limpieza interior y exterior de los equipos, vigilan que no haya fuga alguna, el compensador de presión, la protección del árbol de transmisión, que el manómetro se ajuste a la normativa, el buen estado de los filtros y que las boquillas estén limpias e iguales.

Defectos graves

En torno a un tercio de las sulfatadoras de Ribadumia y Meaño no superaban esta inspección por defectos. "Los más habituales -explica el inspector Marcos Peraza mientras realiza su labor a pie de un atomizador- son la falta de protecciones en la transmisión, el mal estado de los filtros de después de la bomba, que hacen que las boquillas se atasquen y se deterioren, y el compensador de presión de la tapa, cuya función es dejar entrar el aire en el tanque e impedir que salga líquido al exterior". "Hay sulfatadoras -matiza- que únicamente dispone, de un simple agujero en la tapa, y eso no sirve, porque permite que entre el aire pero no evita que a través de él se vierta líquido fuera".

El atomizador en cuestión no superó la inspección "en este caso por un manómetro inadecuado que marca de 2,5 en 2,5 bares, cuando la normativa exige que marque de 1 bar en 1 bar". Su dueño, el joven meañés Calixto Varela, estacionó su tractor en las inmediaciones y se agenció al instante un manómetro reglamentario en un taller agrario cercano. "No estoy para volver otro día aquí -comenta-, máxime con la vendimia encima, lo solvento ahora y listo". Apenas media hora después, con manómetro nuevo, recibía el documento y la pegatina que colocaba en una esquina del tanque. "Ahora dispongo de cinco años hasta tener que pasar la próxima" apunta.

Los técnicos también miden con presión el caudal de las boquillas. "Para ello hacemos funcionar la máquina a 10 bares de presión, que es lo normal para sulfatar, y a partir de ahí medimos los caudales: ello nos va a decir si las boquillas están o no deterioradas".

"Es importante -añade-, entre otras cosas para no malgastar el sulfato y de paso contaminar menos en el campo".