Un caballo suelto en el monte puede comer hasta 21 kilos diarios de tojo, de ahí que los especialistas y la administración los consideren muy importantes para mantener limpios los bosques y reducir los riesgos de incendio forestal.

Pero su presencia no solo supone un ahorro en mano de obra a la hora de realizar desbroces, sino que también propicia que los ganaderos suban periódicamente al monte, lo que dificulta algo la actividad a los incendiarios por el temor a ser descubiertos.

Galicia es uno de los pocos territorios de Europa donde todavía se crían estos animales en régimen de libertad, de ahí que su cría también tenga un valor cultural, antropológico y turístico. Esto último se refleja en las multitudinarias "rapas das bestas" o "curros" que se celebran en verano. La más famosa de todas es la de Sabucedo (A Estrada), que está reconocida como de Interés Turístico Internacional, mientras que en el monte Castrove se celebra una a mediados de agosto en A Escusa (Poio). Hace años también se hacía en el monte Xiabre, concretamente en Catoira, pero ésta ha desaparecido.

No obstante, y pese a estas ventajas de la presencia de ganado en los montes, su cría atraviesa una grave crisis en algunos territorios, entre ellos el Castrove. Según datos aportados en su día por la Asociación de Criadores de la sierra que separa las rías de Arousa y Pontevedra actualmente quedan apenas un centenar de cabezas, frente a las más de 300 que llegó a haber antes de que empezasen a estallar uno detrás de otro los conflictos con las comunidades de montes de las partes bajas de la montaña.

Entre 2012 y 2013 la Mancomunidade de comunidades de montes -hoy desaparecida- y los criadores plantearon a la Xunta acotar amplias parcelas de pastoreo con vallas, pero el proyecto terminó en el cajón por su coste económico.