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Polémica entre agricultores y ganaderos

Castroagudín es otro foco de frecuentes quejas vecinales contra los criadores

En Vilagarcía también los vecinos retuvieron caballos -El plan para acotar el monte en Castrove solo se aplicó en Campañó

Los afectados sostienen que también hay fincas de hortalizas totalmente pisoteadas. // Iñaki Abella

Galicia es uno de los pocos lugares de toda Europa donde aún se crían caballos en libertad. Pero se trata de una práctica en decadencia en muchos puntos de la geografía gallega. La obligatoriedad de identificar las reses con un microchip puso en peligro hace unos años varios "curros" o "rapas das bestas" y los cíclicos conflictos entre agricultores y ganaderos han llevado a muchos de estos últimos a vender sus animales. En la sierra del Castrove existe una asociación de ganaderos, y según sus datos de las 300 cabezas que llegó a haber en el monte hace apenas una década, actualmente apenas quedan un centenar.

Los problemas causados en los cultivos por los caballos mostrencos se repiten con cierta frecuencia. En 2012 se registró un episodio especialmente virulento tanto el el Castrove como en la sierra de Xiabre. En esta última, los animales bajaron tantas veces a las fincas de Castroagudín que los vecinos, hartos de ello, terminaron por atrapar media docena de ejemplares y por encerrarlos en el recinto de la casa da cultura. Unos días después, el Concello los subastó en Fexdega.

En el caso de O Castrove, durante ese año al menos tres comunidades de montes de Meis prohibieron en sus terrenos el pastoreo de los caballos mostrencos: San Vicente, San Tomé, y la tercera en hacerlo fue la de Armenteira. La situación en esta zona adquirió tal tensión entre las partes que un buen número de ganaderos se deshicieron de sus reses, agobiados por la presión de la administración, de los vecinos y, según ellos, por el bajo precio de la carne.

El plan frustrado

Pero surgió entonces una vía de posible entendimiento entre agricultores y ganaderos. La Mancomunidade de Comunidades de Montes de O Castrove propuso a la Xunta de Galicia la redacción y puesta en marcha de un plan de aprovechamiento del monte que contemplase todos sus usos posibles, incluido el de pastoreo de los caballos.

Los comuneros planteaban que se definiesen las zonas más adecuadas para albergar los equinos, y que éstas se acotasen mediante vallas para evitar que el ganado bajase a la parte de las laderas donde se encuentran los cultivos.

Pero dicho plan no llegó a materializarse, y el único avance que se produjo para la convivencia de ambos intereses lo dio la comunidad de montes de Campañó, que sí habilitó espacios para los caballos. Los ganaderos también pusieron de su parte, comprometiéndose a tener los caballos regulados e identificados, y a correr con los gastos de los hipotéticos daños que pudiesen causar.

Pero los conflictos reaparecen con cierta frecuencia. En septiembre de 2014, los vecinos de Castroagudín volvieron a tener problemas con los animales. Y en el Castrove ocurre algo similar cada cierto tiempo. Un vecino de Armenteira que se dedica a la caza afirmaba ayer que hace apenas diez días participó en una batida por la zona, "y en una finca de maíz si no vimos veinte caballos no vimos ninguno. Hacen muchísimo daño".

Los defensores de los caballos criados en libertad argumentan, entre otras cosas, que su presencia en el monte es positiva, ya que al alimentarse de hierba y rastrojos contribuyen a mantener limpia la masa forestal, con lo que se reduce el riesgo de incendios.

También apelan a la singularidad de este tipo de ganadería, que pervive en muy pocos lugares de Europa. De hecho, fiestas como la "rapa das bestas" de Sabucedo, en A Estrada, es de Interés Turístico Internacional. Además, la Asociación de Pura Raza Cabalo Galego afirma que el "cabalo de monte" afirma que se trata de una raza autóctona en peligro de extinción.

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