La primera vez que estos emprendedores vilagarcianos quisieron acceder a la casa rectoral de Bamio "la fachada era lo único que se veía. El resto estaba cubierto de hierbas, pero se intuía que podía haber algo bonito. Tuvimos que entrar con una desbrozadora, abriendo un pequeño camino". En una parcela de unos 3.800 metros cuadrados se erige un inmueble con dos plantas de 200 metros cada una, cuadras y un patio interior "precioso y muy acogedor. Es una joya", apunta Domínguez. Destaca también un hórreo con pies en arco, al igual que la entrada. En un primer momento el empresario y la arquitecta pensaron en acondicionar una casa de turismo rural, aunque después se decantaron por complementar los servicios que ya ofrecen los alojamientos ubicados en las inmediaciones.