La Policía Nacional tiene ya sospechosos del violento robo sufrido por el septuagenario vilagarciano José Luis Agra Villaverde la noche de San Roque. Es más, agentes de la Comisaría de Vilagarcía detuvieron el jueves a dos mujeres de nacionalidad rumana pero residentes en la ciudad en relación al asalto y agresión al anciano, de 74 años. Ambas cuentan ya con antecedentes por hechos delictivos similares y están a la espera de que avancen las diligencias para pasar a disposición judicial. Las lesiones sufridas por la víctima, que permanece ingresada en el Hospital do Salnés con heridas en la cara y en el antebrazo izquierdo, han retrasado la presentación de la correspondiente denuncia o, en su caso, la toma de declaración por parte de la Policía Nacional para comenzar a desenmarañar lo sucedido el 16 de agosto por la noche en el interior de la vivienda de José Luis Agra, en el número 26 de la avenida Rodrigo de Mendoza. Según lo relatado por el propio septuagenario a FARO DE VIGO, habrían sido tres las personas que irrumpieron en su casa, dos mujeres y un varón, todos ellos extranjeros y con acento rumano, por lo que faltaría por arrestar todavía uno de los implicados.

Rompieron una ventana trasera que da al salón de la vivienda y esperaron al hombre en el interior. "Era día de San Roque y yo había ido a la capilla a ver la imagen del santo. Después fui a buscar algo para cenar" y cuando regresó a su casa ya percibió que algo extraño sucedía. "Noté algo raro al entrar, la puerta estaba cerrada pero sin llave. Oí ruidos" y en ese momento vio a varias personas en el interior. "Eran tres. Les dije: qué hacen ustedes aquí. Y me respondieron: ¡cállese!". Fue entonces cuando comenzaron a emplear la violencia para reducir a José Luis Agra, más conocido en Vilagarcía como José Luis "el de Fenosa" por su pasado laboral en la compañía eléctrica. "Me hicieron una llave, me golpearon en el vientre, me ataron y me pusieron un almohadón tapando la cara con la intención de asustarme, supongo", sigue contando. En un momento en el que los asaltantes lo soltaron "aproveché para meterme debajo de la cama", intentando así que no siguieran dándole golpes. Empezaron entonces a "darme patadas, pero como no me alcanzaban metieron periódicos y más periódicos bajo la cama y ya no conseguí salir".

Así, atado de pies y manos y muy asustado, pasó el anciano toda la noche. Gritaba pidiendo auxilio pero nadie le oía ya que el inmueble en el que reside "hace esquina y detrás tiene una huerta", sin que haya otros edificios anexos. Fue sobre las dos de la tarde del día siguiente, el miércoles 17, cuando una empleada del hogar que a diario le hace la comida al anciano entró en la vivienda y se encontró algunas estancias revueltas, la ventana rota y a la víctima en pésimas condiciones bajo la cama. "Ella llamó a la policía y me sacaron de allí", recuerda el septuagenario, que se recupera de sus lesiones en el área de Urgencias del Hospital do Salnés. Además de moretones y daños en el rostro, tiene muy afectado el antebrazo izquierdo.

Rápida investigación

Desde un primer momento es la Policía Nacional la que se encarga de investigar la autoría y pormenores de este violento robo. La policía científica juega también un papel fundamental en las pesquisas, dado que fueron sus agentes los que inspeccionaron al detalle el domicilio del anciano en el que, según pudo saber FARO, había bastantes huellas y también rastros de sangre en algunas dependencias que bien podrían ser consecuencia de las heridas sufridas por la víctima. La diligencia con la que los efectivos policiales realizaron las primeras investigaciones ha dado sus frutos con la detención, apenas un par de días después, de dos mujeres que, según parece, podrían estar implicadas en el robo con violencia.

Según explica el vilagarciano, los tres asaltantes únicamente se llevaron una cadena de oro que tenía al cuello y el cabezal metálico de la antigua cama bajo la que se cobijó. "La deshicieron toda y el cabezal desapareció", apunta desde su cama del Hospital do Salnés. José Luis Agra, sin hijos ni otros familiares cercanos a excepción de una hermana que está en el asilo, reside solo en la vieja vivienda emplazada en el número 26 de Rodrigo de Mendoza, en la confluencia con la calle Figueira. Desarrolla su vida en la planta baja del inmueble. No es la primera vez que sufre un robo, sino que hace unos meses ya fue víctima de los ladrones.