Encontrar una solución para que los residuos sólidos urbanos biodegradables no acaben en el cubo de la basura es el objetivo del programa de los composteros comunitarios que se puso en marcha en A Illa el pasado mes de julio. El programa, en el que participan setenta viviendas de un entorno urbano del municipio, avanza poco a poco, superando la que, quizás, es la fase más crítica, la inicial, en la que hay que buscar diferentes soluciones para frenar los malos olores que puede generar o la aparición de insectos.

Ese problema se tuvo, pero la experiencia con la que cuenta A Illa, unida a la formación recibida por los mestres composteiros que se encargan de esta estructura ha ayudado a paliarla. La edil de Medio Ambiente, Gabrielle von Hundelhausen, reconocía ayer que la utilización de "toxo" se ha demostrado "como la mejor opción para conseguir frenar estas situaciones, y lo estamos consiguiendo mientras buscamos la fórmula perfecta que nos permita elaborar compost de calidad a la vez que se eliminan estos trastornos por completo".

La edil reconoce que el programa está obteniendo buenos resultados en cuanto a participación ciudadana y que "la gente ha acogido con mucho interés".

El compostero comunitario se encuentra situado en las inmediaciones de las casas modernistas de A Illa, dando servicio a una zona de edificios que se encuentran en las inmediaciones.

El pequeño municipio arousano comenzó con el compostaje en 1999, cuando se adhirió a un Plan Life de la Unión Europea para la instalación de composteros unifamiliares. El intenso trabajo realizado en los primeros años llevó a la Unión Europea a conceder un premio en reconocimiento a los resultados obtenidos. Sin embargo, el programa se desinfló durante una pequeña época, antes de ser recuperado con Dolores Folgar como edil de Medio Ambiente. Desde ese momento, en A Illa se han instalado cerca de medio millar de composteros y el Concello reparte "toxo" entre sus propietarios para ayudarles a elaborar el compost.