El camino de Santiago es uno de los atractivos turísticos más importantes de España. Conocemos su historia y sus más minuciosos detalles pero muchas veces, se nos escapan lo que sienten todas aquellas personas que le han dado fama. Nos referimos a los peregrinos. Uno de ellos, es el cambadés Vicente Millán Millares que se marchó de la localidad cuando todavía era un niño y tras jubilarse, se ha atrevido a recorrer 1.260 kilómetros en bicicleta desde su casa, en Bélgica hasta Santiago pero su viaje no termina ahí. Sus recuerdos de cuando era niño, le han hecho plantearse que su meta no es la Catedral de Compostela sino Cambados lugar en el que la alcaldesa, Fátima Abal le dará una calurosa bienvenida el próximo martes.

-¿Qué fue lo que le motivó a hacer el camino?

-Lo que más me movió fue mi devoción por el Apóstol Santiago pero aparte de mis creencias, yo tenía una promesa conmigo mismo. Cuando me jubilase, haría el camino para agradecer la vida que tuve.

-Entonces, usted es una persona de creencias religiosas

-Sí. Católico, creyente y practicante pero creo que el camino puede hacerlo cualquiera. Hay gente de todas las edades y algunos no son creyentes pero disfrutan igualmente de la experiencia.

-¿Y cómo comenzó su viaje?

-Desde mi casa, en la parte flamenca de Bélgica, me moví hacia Roncesvalles con mi bicicleta para iniciar la ruta francesa pero yo, a pesar de que ya he llegado a Santiago, no he terminado mi viaje. Para mí el camino termina en Cambados, ciudad en la que nací y de la que me tuve que marchar a los 8 años por el trabajo de mis padres pero siempre me he sentido español y tenía muchas ganas de volver. Además, que la alcaldesa vaya a recibirme el martes, porque aún voy a parar en Muxía, es todo un honor porque yo soy un extranjero más. Millones de personas realizan el camino de Santiago cada año pero que me reciban así de bien donde nací me hace muy feliz.

-¿Qué pensó su familia cuando tomó la decisión de irse?

-Mi familia está muy orgullosa de mí. Me apoyaron desde el principio. Solo llevo 33 días fuera y han venido a visitarme por sorpresa a A Toxa. Hoy pasaremos el día juntos disfrutando de la isla pero luego volverán a Bélgica porque quiero terminar esto solo.

-¿Qué le transmite a usted el camino de Santiago?

-Soledad, libertad, nuevas amistades, cultura? Muchísimas cosas y todas buenas.

-¿Con qué se queda?

-Con que a pesar de haberlo iniciado solo, he conocido a muchísima gente con la que estoy seguro de que no perderé el contacto. Hay personas que ves día a día y otras que pasan esporádicamente pero haces verdaderas amistades.

-Si tuviese que escoger una etapa, ¿Con cuál se quedaría?

-Como etapa, de las que yo viví me quedaría con Roncesvalles, subiendo los Pirineos, verme en medio de aquellas montañas y aquel paisaje fabuloso y caminar al lado de la alambrada internacional que nos separa de Francia y por donde escapó toda la gente a Europa después de la guerra. Como zona, me quedaría con el paisaje gallego sin duda, lo echaba de menos y no lo recordaba tan precioso, sobre todo, el de las Rías Baixas.

-¿Y nunca pensó en abandonar?

-No. Para nada. Y eso que yo iba en bicicleta y no estaba preparado. Solo me entrené dos meses antes de venir. El propio camino te da ánimo y hay días mejores y otros peores pero el día a día, el paisaje, las nuevas amistades. Todo te ayuda a que no te rindas y continúes hacia delante.

-¿Cree que se debe ir al camino preparado, sabiendo las etapas, las distancias o piensa que es mejor lanzarse a la aventura?

-Se puede hacer de las dos maneras yo ya digo que muy preparado no estaba pero sí que considero que un poco antes todo el mundo debería prepararse física y mentalmente porque es duro.

-¿Cuáles son las mayores preocupaciones diarias?

-Buscar donde comer, cenar, desayunar, dormir y lavar la ropa. Todo lo demás, deja de tener importancia y de preocupar. Todo se reduce a vivir la experiencia.

-¿Volvería a hacerlo?

-Sí. En este mes he sentido mucha paz pero mi hogar esta en Bélgica y es donde debo estar por muy español que me sienta, allí está mi vida.

-¿Hay algo que echará de menos?

-Los paisajes. Ver cada día algo diferente me hacía sentir bien y bueno, ir conociendo gente nueva. Porque me he topado con muchos europeos pero también con canadienses, americanos y coreanos.

-¿Y espera encontrarse Cambados tal y como lo dejó de niño o cree que la localidad habrá cambiado?

-Supongo que habrá cambiado mucho pero para mejor. El casco antiguo, la zona del ayuntamiento, la Praza de Fefiñáns, la playa... los recuerdo perfectamente como si hubiese paseado por allí ayer. Lo primero que haré es ir a mi antigua casa a ver qué tal está todo eso. Tengo muchísimas ganas de llegar.