En solo cinco días el fuego ha calcinado más de 2.000 hectáreas de superficie, buena parte de ella arbolada, en los municipios de Arousa Sur (O Salnés), Arousa Norte (Barbanza) y comarca de Caldas, en este caso con especial incidencia en el territorio del Ullán.

En la tarde de ayer comenzaba un fuego en la parroquia catoirense de Dimo que en apenas dos horas se había llevado por delante 20 hectáreas de arbolado y avanzaba descontrolado monte arriba hacia Carracedo (Caldas). y Setecoros (Valga)

Se sumaba éste a otros activos en ese momento, por ejemplo en Lois (Ribadumia) y uno tan espectacular como el de la sierra de Barbanza, iniciado el miércoles a las 16.45 horas en Porto do Son y que avanzó sin parar hacia los montes de Ribeira y A Pobra, con el de A Curota como principal referencia.

En este caos hay que hablar de más de un millar de hectáreas perdidas, para desesperación de vecinos, empresarios, comuneros y turistas, ya que además de perderse superficie arbolada se vieron amenazadas numerosas viviendas, fue preciso desalojar un camping, murieron cabezas de ganado y se arruinaron tierras de cultivo, además de verse seriamente comprometidas la flora y la fauna del lugar.

Este fuego desatado en la parroquia sonense de Baroña avanzó durante toda la madrugada y se abrió en diferentes frentes que hacían imposible su extinción.

A pesar de todo la intervención de los equipos de emergencias y el hecho de que se detuviera el viento de días previos permitieron que a lo largo del día la situación empezara a controlarse.

Más de un centenar de efectivos de la Unidad Militar de Emergencias desplazados desde regiones como León y Madrid colaboraron en este operativo y su papel fue determinante, llegando a promover varios fuegos controlados para frenar el avance de las llamas.

Según la Consellería do Medio Rural también se movilizaron 29 agentes forestales, 61 brigadas, 32 motobombas, tres palas encargadas de abrir cortafuegos, once helicópteros y cinco aviones, estos últimos especialmente activos ayer por la mañana, cuando las llamas estaban ya a escasos metros del popular mirador de A Curota.

José Manuel Dasilva, presidente de la comunidad de montes de Xuño (Porto do Son) hablaba sobre el terreno a primera hora de la mañana y calificaba lo sucedido de "desastre ecológico", al tiempo que cifraba en "más de 300" las hectáreas de monte comunal arrasadas.

Este comunero también lamentaba la muerte del ganado y condenaba enérgicamente la actitud de los pirómanos, ya que nadie duda de la intencionalidad de estos sucesos.

Lo mismo creen los vecinos que se sumaron a las labores de extinción -al menos en el entorno de sus casas- y pasaron una o varias noches en vela, como sucedió con los fuegos de Rianxo, Catoira, Meaño, Meis, Cambados, Ribadumia o Valga. A estos municipios hay que añadir otros como Pontecesures, Boiro o Ribeira, donde también sufrieron las consecuencias de los incendios en lo que va de semana.