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Momento crítico en O Salnés y Barbanza

Sonia Vázquez: "Me desperté con las llamas en la cabeza y pensé: Nos quedamos sin casa"

Los vecinos de Castroagudín vivieron un auténtico infierno, con sus vidas y propiedades en peligro - El fuego rodeó algunas viviendas y su altura sobrepasaba los tejados

El infierno en el que se convirtió Castroagudín durante la tarde y la noche del lunes no lo olvidarán en la vida los vecinos. Decenas de ellos fueron desalojados de sus casas ante la voracidad de la lengua de fuego, que llegó a apenas metros de algunas viviendas. José Abal y Sonia Vázquez vieron como las llamas sobrepasaban el tejado de su casa. “Pensé: nos quedamos sin nada”, dice Sonia con lágrimas en los ojos. Recordar aquellas horas de tensión todavía le eriza el vello. Se vieron rodeados por el fuego “por delante, por detrás, al lado. Pasamos mucho miedo e impotencia”, pero aún así no siguieron las órdenes de desalojo para, con mangueras y cubos de agua, velar por su morada en lo más alto de la aldea.

“Gracias a la brigada de incendios que nos ayudó, a los vecinos y a los amigos, que no nos abandonaron, logramos salvarla. Hicieron todo lo posible para que la casa no sufriera daños y nosotros tampoco”, comenta aún nerviosa. Fue sobre las 3:45 horas de la tarde cuando percibieron el fuego, todavía en la parroquia caldense de Saiar. “Empezamos a mojar toda la huerta”, porque la experiencia de 2006, cuando estaban construyendo la vivienda en la que hoy residen con su hijo pequeño, les decía que “nos iba a llegar encima. Y así fue, en media hora las llamas sobrepasaban el tejado, era impresionante. Horrible”. El fuego fue muy difícil de controlar debido al viento y “llegó con más fuerza, lo arrasó todo muy rápido” y ayer el terreno negro y cubierto de cenizas todavía humeaba. Y en un lateral de la parcela, la manguera extendida y calderos llenos de agua por si las llamas revivían mientras los helicópteros iban de un lado a otro cogiendo agua en el embalse y descargándola sobre las decenas de hectáreas quemadas.

Noche de angustia

Unos metros más abajo que Sonia Vázquez, su abuela, Rosa Doval, relataba también la noche de angustia que pasó. Ella no reside en Castroagudín, pero estaba en la aldea y fue desalojada junto a otros muchos vecinos. “Vino un policía muy cariñoso para llevarme en coche”, ya que recientemente fue operada de una pierna. “La gente decía que estaba ardiendo la casa de mi nieta y pensé que quedaban todos allí. Nunca en mi vida lloré tanto como ayer, fue espantoso”. La mujer de 80 años destaca la unión de los lugareños frente al fuego y la implicación de los más jóvenes en las tareas de extinción, protegiendo las viviendas para evitar daños mayores. “Con el humo era imposible respirar, pero los más jóvenes se sacaron las camisetas, las mojaron y se las pusieron en la cara” para abrirse paso hacia las zonas en peligro a pesar de que eso supusiera poner en riesgo sus propias vidas. “Los aviones trabajaron como negros y la policía”, pero aún así “la gente de Castroagudín no durmió nada en toda la noche. Pudo haber mucha muerte”, pero al final todo se quedó en un mayúsculo susto sin que haya que lamentar daños más allá de los ambientales, que son muchos. Rosa Doval tiene claro que el infierno del lunes fue obra de un incendiario. “No sé si lo hacen por dinero o es algún loco, pero podían quedar carbonizados en el monte”, dice con rabia.

Además de los vecinos, entre quienes casi no pegaron ojo estuvieron el propio alcalde, Alberto Varela, y el concejal de obras, Lino Mouriño, que hasta las seis de la mañana permanecieron en Castroagudín siguiendo las tareas de extinción y preocupándose por la situación de los vecinos desalojados, que sobre media noche ya pudieron volver a sus casas a haberse controlado el fuego. Ayer por la mañana regresaron a la zona para comprobar el efecto devastador de las llamas. El regidor habla también de un incendio provocado. “Lo sucedido ayer (por el lunes) probablemente haya sido ocasionado por una mano malintencionada”, incidiendo en que ayer mismo se declaró un nuevo foco de fuego a las 9 de la mañana, “una hora en la que no hace tanto calor”. Aunque reconoce que erradicar la lacra de los incendios “es imposible, porque no se puede controlar la mala intención de una persona”, Varela pone el foco en la Xunta de Galicia y, en concreto, en la Consellería de Medio Rural. “Tenemos que tomar nota de lo sucedido. La Xunta es la administración competente en el mantenimiento y vigilancia de los montes y tiene que hacer su labor. Está bien gastar el dinero en brigadas de extinción, pero también hay que hacer una política de mantenimiento”. Según afirmó, “los propios vecinos son los que dicen que no se realiza una limpieza ni vigilancia adecuadas” y eso es, a su juicio, lo que hace que los montes “se conviertan en un polvorín”, más aún en veranos tan secos como el actual.

El desastre ecológico es “imposible de cuantificar” para el alcalde que, “dentro de la desgracia”, se felicita porque no hubiese que lamentar “daños mayores”. Fue, en sus propias palabras, “una noche muy difícil” durante la que destacó la “buena actuación” tanto de los medios contra incendios como de los propios vecinos. “Hay que agradecer el trabajo encomiable realizado por los equipos de emergencias, voluntarios de Protección Civil de otros municipios, bomberos, medios de la Xunta y de la Policía. Sin su profesionalidad sería imposible frenar el incendio e impedir que llegase a las viviendas y a las naves del polígono de O Pousadoiro”, cuya actividad se vio afectada también y las empresas tuvieron que ser desalojadas ante la cercanía de las llamas. En cuanto a los vecinos, “se lanzaron a proteger sus viviendas y a colaborar en todo lo posible para evitar una desgracia mayor, que podría haber sucedido”. Ayer continuaban en la zona, junto a las brigadas y medios aéreos de la Xunta, efectivos del Servicio Municipal de Emergencias realizando tareas de prevención para evitar que el fuego rebrotase en otro día en el que el viento podría haber sido letal.

Recortes en prevención

El portavoz de Esquerda Unida en Vilagarcía, Jesús López, también exige explicaciones y responsabilidades tras ver como las llamas devastaban buena parte del monte Xiabre. “Estas situaciones vienen provocadas por los recortes en prevención de la Xunta del PP, que condena a nuestra naturaleza y pone en peligro nuestras villas y vecinos”, afirma el edil. Reitera que los trabajos de prevención de los incendios “deben realizarse durante todo el año y no solo en verano, ya que invertir en limpiar los montes, abrir cortafuegos y caminos forestales evita la propagación voraz de las llamas. Desde su punto de vista, si no hubo que lamentar “peores consecuencias” fue “gracias al magnífico trabajo de los equipos encargados de luchar contra el fuego”, pero no por los medios de los que disponen ni por las políticas preventivas. De estas últimas dice que están “abandonadas”, lo que “solo favorece a intereses económicos y poco honrosos”.

Esquerda Unida reclama “una investigación en profundidad para saber las causas” del incendio del lunes y también “un plan urgente para evitar las riadas que muy probablemente sufriremos el próximo invierno”.

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