Antonio Varela Grueiro, el cura párroco de San Martiño de O Grove, es un veterano en esto del sacerdocio. Tanto es así que conmemora ya sus bodas de oro en la "profesión", repartiendo esos cincuenta años de actividad religiosa casi a partes iguales entre la parroquia de Nantes (Sanxenxo), donde empezó, y la grovense.

Para celebrar este aniversario se han organizado una serie de actos lúdicos y religiosos, incluido un almuerzo campestre de confraternidad en el que van a participar más de cuatrocientas personas.

El viernes Antonio Varela oficiará una misa a las 20 horas en la iglesia parroquial de San Martiño, seguida de una "Vigilia de oración" por las vocaciones y un concierto.

Para el sábado se anuncia una eucaristía solemne de acción de gracias, a las 13.00 horas, seguida del citado almuerzo de confraternidad, que tendrá lugar en la Horta do Cura de San Vicente, bajo carpa.

Fueron más de 400 las personas que se inscribieron y retiraron sus invitaciones para participar en esta cita, en la que se estableció un precio de 20 euros por cubierto para los niños de hasta 11 años, y de 35 euros para los demás.

El cura de San Martiño se muestra muy satisfecho y agradecido por la respuesta de los ciudadanos a esta fiesta con la que se celebra medio siglo de sacerdocio.

Pero prefiere huir de personalismos y convertir esta cita en una oportunidad para la concienciación social.

"No quiero centrar este acontecimiento en mi persona, sino que se trata de una jornada de tipo vocacional con la que despertar en la gente una valoración más seria y fuerte de lo que es el ministerio sacerdotal", reflexiona el párroco.

E insiste: "No es un homenaje a alguien en concreto sino una toma de conciencia, pues creo que vale la pena ser sacerdote, sobre todo en estos tiempos de hastío y hostilidad".

Se muestra así convencido de que "vale la pena ser cura porque se trata de dar a los demás y esto es lo que hace feliz a las personas; la clave de la felicidad es dar, pues de lo contrario la vida es un vacío".

Tras mostrar sus deseos de que esta fiesta pueda servir "para despertar en algunos jóvenes los ideales del ministerio sacerdotal", Antonio Varela resume sus cincuenta años de vocación diciendo que "se han pasado muchas dificultades, pero es lógico que existan tempestades, ya que como en todos los aspectos de la vida si se afrontan con serenidad se convierten en algo muy positivo".