La mano del hombre es la culpable principal de la mayoría de los incendios forestales que se registran en los montes arousanos. Pero aunque los pirómanos sean los responsables directos, no cabe duda de que el abandono de las tierras y el declive de la explotación forestal ayudan a expandir las llamas como si de combustible se tratara.

Si a esto se añade el viento de componente norte que estos días sopla con constancia e intensidad es fácil de entender el por qué de incendios como los registrados en las últimas 48 horas en O Salnés y Barbanza.

Mención especial merece el estado en que se encuentran los montes. Ya no se trabajan como antes y el hombre ya no precisa todo lo que pueden ofrecer las superficies arboladas, ya sea para el ganado, las cocinas de leña y tantos otros usos que se le daban en el pasado.

Ahora además de pinos, eucaliptos, castaños y robles el monte está plagado de maleza, convirtiéndose en un auténtico polvorín cuando las temperaturas se elevan y la ausencia de precipitaciones es tan importante como lo ha sido en julio y lo está siendo en agosto.

Basta recorrer los montes que ahora arden para ver cómo las piñas, los helechos, tojos y todo tipo de plantas, ramas y pequeños árboles cubren por completo el suelo y permiten la rápida expansión de las llamas, al igual que dificultan su extinción.