La Romaría da Festa da Malla que se celebra desde hace ocho años en la Horta do Cura de San Vicente logró ayer un éxito de público incontestable, y eso que competía nuevamente con dos monstruos del calendario festivo estival, como son la Romaría Vikinga de Catoira y la Festa do Albariño de Cambados.

Pero la celebración del municipio grovense no se dejó amedrentar y recibió más público que nunca, entre vecinos de la localidad y turistas -el pueblo está a tope de visitantes- que no quisieron perderse la representación.

Con participación del alcalde, José Cacabelos; la edil de Cultura, Emma Torres; o los concejales del Rural y de Deportes, entre otros representantes del gobierno y la oposición, el evento transcurrió bajo un sol de justicia, jugando con la ventaja de desarrollarse a escasos metros de algunas de las playas más importantes de la localidad -como Area Grande y O Carreiro-, por lo que muchos asistentes compatibilizaron la jornada de romería con el baño.

Lo que se hizo fue escenificar el proceso por el cual se separa el grano de la paja. Se hizo a la antigua usanza, "mallando" el cereal hasta la extenuación. Al igual que se rememoró el pasado con la exposición de otros muchos trabajos u oficios tradicionales, en algunos casos ya desaparecidos.

La Horta do Cura volvió por tanto a convertirse en un gran escenario teatral en el que ver de cerca cómo se vivía antaño en el rural, para lo cual decenas de vecinos volcados de lleno en la organización del evento desde hace meses y otros incorporados expresamente para la ocasión se vistieron como se hacía antiguamente, de acuerdo con la ambientación de todo el recinto.

La asociación cultural Roza do Pedrol, verdadera artífice de este acontecimiento, introdujo algunas novedades en el programa de actividades, potenció las ya existentes desde hace años y, a la postre, consiguió no solo consolidar, sino reforzar esta fiesta que, como se pronosticó desde un principio, está llamada a grandes logros.

Está claro que nada tiene que ver con la Vikinga o el Albariño, pues desde luego el entorno de la iglesia parroquial de San Vicente de O Grove no reunía ayer a decenas de miles de personas, como sucedió en Catoira y Cambados.

Pero también es verdad que cada vez son más los que prueban y deciden repetir, marchándose del recinto plenamente satisfechos por la experiencia vivida.

Cabe apuntar que junto a la representación de la "malla" y la recuperación de oficios y costumbres volvió a celebrarse el almuerzo campestre y se pusieron a la venta chorizos, pulpo, empanadas, quesos, mieles y todo tipo de productos ligados a la huerta gallega.

Y claro, como en cualquier romería que se precie, no podían faltar la música y el baile tradicional, por lo que otra vez sonaron las gaitas y panderetas en San Vicente de O Grove.