Cuando el investigador Francisco Meis explica el contenido de la exposición fotográfica que puede verse en el consistorio destaca igualmente dos "impresionantes" instantáneas. "Son las más antiguas que se conocen, de 1926, y muestran a nuestra gente vendiendo ya los tradicionales collares de conchas en la isla". Son, a su juicio, "dos fotografías que nos invitan a la reflexión, aunque para entender la existencia de esta artesanía local y comprender por qué razón no existe en ningún otro lugar de Galicia algo parecido, hay que remontarse al verdadero artífice y creador de la utilización de las conchas marinas como artículo de joyería o decoración, José Botana Barbeito (1827 -1893)".

Y el propio Meis aclara que "este señor emparentado con la familia de los Valladares y dueño del Pazo de O Sineiro, crearía con las conchas marinas diversos artículos, como pendientes, pulseras o cadenas de reloj que comercializaría con la intención de industrializar su producción, promocionando el nombre de un pueblo humilde de menos de 3.000 habitantes en las exposiciones internacionales y dejando tras su muerte la base de la pequeña 'industria' artesana que continuaría desde principios del siglo XX hasta nuestros días con las collareiras".

A estas fotos se suman dos del año 1936 "que nos muestran a los niños de la guerra, y que para entenderla hay que situarse en el Sanatorio de Oza dos Ríos (A Coruña), donde se encontraba una colonia escolar formada por niños de Madrid y Toledo".

Sucede que "con el alzamiento del 18 de julio quedarán retenidos sin poder viajar a sus casas y al poco tiempo el sanatorio, debido a la contienda, pasó a ser hospital de sangre, lo que provocaría el desplazamiento de aquella colonia escolar al Balneario de A Toxa".

Fue en noviembre de 1936, cuando "el régimen los utilizó como un ejemplo de la política de propaganda del sistema, proyectando una imagen positiva del cuidado y buen hacer que prodigaba el bando nacional con los niños del bando republicano".

En la capilla del establecimiento "los 150 niños recibirán la Primera Comunión de manos del Arzobispo de Santiago y de Madrid y asisten a lo largo de los meses a diferentes actividades organizadas por la gerencia del Balneario La Toja".

Pero con el transcurso de la guerra "Pedro Barrié de La Maza decide ofrecer a Franco el Balneario como Hospital, lo que provocó la partida de los niños, conducidos al Balneario de Caldas de Reis; a finales de febrero de 1937 el Gran Hotel Balneario de A Toxa ya sería Hospital Militar con capacidad para 400 camas".

La exposición de fotos se detiene, asimismo, "en el primer campeonato de tiro de pichón, en 1912, al igual que en la fábrica de Jabones La Toja, las pinturas de Ramón Pulido Fernández en el Palacio Comedor, las habitaciones de lujo de la época, las playas de Cabreira que se habilitaron en 1912 o la inauguración de la primera estación telefónica que hubo en la comarca de O Salnés y que fue inaugurada en A Toxa en 1925".

Esta última foto, explica Francisco Meis, "refleja precisamente el acto oficial de la inauguración de la estación, cuando el subdirector de la Compañía Telefónica Nacional de España daba un pequeño discurso durante la comida que refleja objetivamente cuál era el panorama de comunicación en la región al decir: 'Hace próximamente un mes inauguramos el teléfono interurbano en Mondariz, hoy en La Toja, dentro de muy breves días en El Grove y Sangenjo".

Cree Meis que con este acto O Grove y A Toxa "daban un paso más en la senda del progreso adelantándose a la mayoría de los municipios de la comarca".